Victoria Kent Siano (6 de marzo de 1898 – 26 de septiembre de 1987) Abogada y política española, defensora de los derechos de la mujer. Es conocida por haberse opuesto al voto femenino en la Comisión Constitucional de 1931, pues creía que las mujeres debían alcanzar primero una mayor independencia en el seno de la sociedad. Se graduó por la Universidad Central de Madrid. Fue la primera mujer en ingresar al Colegio de Abogados en 1924 y en 1930 se convirtió en la primera mujer del mundo en ejercer como abogada ante un tribunal militar, luego de asumir la defensa de Álvaro de Albornoz (acusado por firmar un manifiesto republicano). Como directora general de prisiones, introdujo varias reformas para humanizar el sistema penitenciario. Vivió exiliada en México y Estados Unidos.
Procedente de una familia de clase media y talante liberal, Kent fue la cuarta de siete hijos. Su padre, José Ken Román, era un comerciante de tejidos de ascendencia inglesa; mientras que su madre, María Siano González, ama de casa era una mujer ilustrada. Paso su infancia y primera juventud en Málaga, realizando primero estudios en casa y luego, en la Escuela Normal de Maestras. En 1916 se trasladó a Madrid con la idea de terminar el bachillerato y posteriormente realizar estudios universitarios. En Madrid gozó de una mayor libertad y se afilió a la Asociación Nacional de Mujeres Españolas, de la que también eran miembro Clara Campoamor
En 1920 comenzó estudios en la Universidad Central de Madrid. Kent fue la primera mujer que tuvo como alumna Luis Jiménez de Asúa, entonces profesor de Derecho Penal, con quien mantuvo una estrecha relación personal y profesional. Años después, en 1924, Kent obtuvo su doctorado con una tesis sobre la reforma de las prisiones. Ese mismo año, Kent se convirtió en la primera mujer en ingresar al Colegio de Abogados de Madrid.
Comenzó su andadura profesional en plena dictadura de Primo de Rivera (1923-25). Fue primero pasante en el bufete de Álvaro de Albornoz, y más tarde, abrió su propio despacho en su hogar. Principalmente se dedicaba al Derecho penal y a los juicios laborales, con lo que defendía a obreros, trabajadores ferroviarios y pescadores de empresarios y malos jefes. Por su labor, en 1927 fue nombrada asesora jurídica de la Confederación Nacional de Pósitos Marítimos.
Adquirida ya su reputación de mujer liberal, Kent saltó a la prensa nacional e internacional en 1930, al convertirse en la primera mujer del mundo en ejercer como abogada ante un tribunal militar.
Después proclamarse la Segunda República (1931) obtuvo un escaño como diputada en las Cortes constituyentes por el Partido Radical Socialista. Durante el gobierno de Manuel Azaña se la nombró directora general de Prisiones (1931-34), como tal introdujo varias reformas con el fin de humanizar el sistema penitenciario. Kent mejoró la alimentación de los reclusos, pensó en libertad de culto y amplio los permisos por razones familiares. Impulso además la creación de un cuerpo femenino de funcionarias de prisiones.
A pesar de sus convicciones democráticas e ideas feministas, Kent se opuso a la concesión del voto femenino en 1931. Entonces, creía que muchas mujeres lo emplearían en un sentido conservador, contrario a la República, pues la Iglesia católica ejercía una gran influencia sobre estas. Esperaba que el voto femenino llegara cuando las mujeres tuvieran una mayor independencia. Sus opiniones la llevaron a enfrentarse a Campoamor, quien entonces defendía el voto a capa y espada.
Durante la Guerra Civil (1936-39), Kent fue enviada a París en calidad secretaria. Allí permaneció tras el ascenso de Franco (véase: Franquismo), y sorprendida por el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la invasión alemana de Francia, tuvo que esconderse para no caer en manos de las Gestapo. Más tarde vivió como exiliada en México y en Estados Unidos, donde dirigió la revista de exiliados, Ibérica.
Kent falleció el 25 de septiembre de 1987 en Nueva York. Un año antes había sido galardonada con la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort del Ministerio de Justicia en reconocimiento a su labor.
Fue autora de Cuatro años en París (1947) y sus cartas y algunos escritos fueron recogidos en De Madrid a New York: artículos, conferencias, cartas, por la editorial Renacimiento.