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Historia

Manuela de la Santa Cruz y Espejo

Manuela de la Santa Cruz y Espejo
Sin licencia conocida

Biografía de Manuela de la Santa Cruz y Espejo

Manuela de la Santa Cruz y Espejo (20 de diciembre de 1753 –  1829) prócer de la independencia de Ecuador. Nació en Quito. Su padre Luis Chuzig, un hombre de origen indígena, y su madre María Catalina Aldás, una mujer mulata nacida de una esclava liberta. Se crió en un ambiente humilde, su madre ordenaba a sus hermanos que le enseñaran a Manuela lo aprendido en la escuela debido a las restricciones y dificultades para que las mujeres asistieran a los centros educativos. Gracias a sus hermanos Manuela acumuló importantes conocimientos.

Manuela fue hermana del célebre médico y filósofo ilustrado Eugenio de la Santa Cruz y Espejo, considerado también prócer de la independencia de Ecuador, con quien compartió un notable gusto por la medicina y las ciencias. Su formación se reforzó gracias al científico Lorenzo Heinster, que le heredó veintiséis volúmenes sobre temas médicos. La joven acostumbraba a leer por largas horas en la pequeña biblioteca de su casa. Cuando tenía 44 años casó con el joven jurisconsulto José Mejía Lequerica quien tenía 21 años, la boda se celebró en la iglesia de El Sagrario, siendo los padrinos Juan de Dios Morales y su esposa, María Oleas.

Una de las motivaciones de este matrimonio fue su pasión por el pensamiento ilustrado y los temas científicos que el matrimonio tenía en común, pero la felicidad terminó cuando Mejía se trasladó como diputado a las Cortes de Cádiz y nunca más volvió a buscar a su esposa, luego José Maria comenzó una relación con la joven andaluza Gertrudis Sanalova y Benito, a quien dejó como su heredera al morir. Debido al abandono, Manuela pasó a vivir con la familia de Juan de Dios Morales, futuro prócer independentista. Esta situación sirvió para lo que en un futuro sería el camino de Manuela.

Con los conocimientos adquiridos luego de graduarse como medicina en la Universidad de Quito, Manuela acompañó a su hermano Eugenio en calidad de enfermera durante las visitas médicas que éste realizaba. En el momento en que Quito y otras ciudades fueron azotadas por la fiebre amarilla en 1785, Manuela aportó incansablemente en el tratamiento de esta problemática. Por esta situación ha sido considerada la precursora de la enfermería en el territorio ecuatoriano. Otro de los motivos por los cuales fue muy admirada: su gran bondad y entrega a los enfermos.

Colaboró en el diario Primicias de la Cultura de Quito pero tuvo que hacerlo bajo el seudónimo de “Erophilia”, debido a las fuertes restricciones que no permitían que las mujeres realizaran publicaciones. Manuela aprovechó para defender a sus hermanos perseguidos por las autoridades españolas y publicaba manifiestos en los que mostraba su postura y compromiso con la lucha de la mujer en búsqueda de un trato equitativo, también alzó su voz en favor de los más desposeídos. Manuela es considerada la primera mujer periodista del Ecuador y pionera de los movimientos feministas y sociales en el país.

La mujer participó en como miembro en el círculo independentista que se creó alrededor de sus hermanos Eugenio y Juan Pablo, aporto activamente de las reuniones y su figura discreta le sirvió para ser un puente entre los conspiradores. Se mostró valiente cuando tuvo que defender a sus hermanos cuando fueron perseguidos, pagando abogados y acompañándolos en los encierros. Realmente la labor de sus hermanos por la independencia de la patria no hubiera podido concretarse sin la ayuda de esta ilustre mujer.

 

Manuela Espejo logró antes de su muerte en la ciudad de Quito en el año 1829, a la edad de 76 años, ver el sueño de la Independencia convertido en realidad, ver todo su trabajo y entrega por una causa concretada. Toda su labor le ganó la admiración de la población ecuatoriana y también un importante puesto en la historia nacional y de la independencia de Ecuador. Es considerada una de las pensadoras más importantes del continente americano y pionera en el campo del feminismo, su carácter fuerte le ayudaron a sobrellevar las cargas del patriarcado, logrando salirse de cierto modo de los códigos morales impuestos a las mujeres de la época.

En muchas ocasiones la figura de Manuela fue reconocida a través de la figura de su hermano Eugenio Espejo. Realmente, no se le ha dado el valor que se merece y usualmente muchos historiadores la ubican detrás de Eugenio Espejo. Definitivamente, en sus escritos demuestra la exaltación de Quito, especialmente en el campo cultural; en donde realizaba una gran valoración de los artesanos, pensadores, escritores, políticos y artistas. También cuestionó el sistema colonial español presente en toda América latina.

A pesar de que Manuela de la Santa Cruz y Espejo escribió bajo un seudónimo es considerada la primera mujer periodista de Quito. Se caracterizó por la defensa de sus ideales, donde exigía mayor participación de la mujer en la educación universitaria, en las manifestaciones culturales y políticas. Su gran habilidad para argumentar fue un aporte importante en el avance de las ideas liberales de Ecuador.