Pietro di Cristoforo Vanucci (c.1446-1523), más conocido como Pietro Perugino o El Perugino, fue un pintor renacentista italiano; maestro de Rafael. Uno de los grandes exponentes del quattrocento, con su claridad compositiva y economía de elementos formales, anticipó los ideales del Alto Renacimiento. Fue iniciador de la nueva forma de pintar, llamada maniera moderna. Durante su formación en Florencia, coincidió con Botticelli. Pintó retratos y obras al oleo, pero fueron sus frescos y pinturas con motivos religiosos los que más fama le trajeron, especialmente el trabajo en la Capilla Sixtina, donde se encuentra su Cristo entregando las llaves a San Pedro. Desde 1496 tuvo a Rafael trabajando en su taller.
El Perugino nació en Città della Pieve, cerca de Perugia, hacia el año 1446-1450. Poco se sabe sobre su primera formación, aunque se cree pudo haber sido alumno de Fiorenzo di Lorenzo, un pintor perugino poco conocido, o del renombrado umbrío Piero della Francesca en Arezzo, en cuyo caso también habría sido alumno de uno de sus contemporáneos, el famoso Luca Signorelli. A partir de 1472, se tiene noticias suyas en Florencia como trabajador en el taller del escultor y pintor Andrea del Verrocchio, quien fuera maestro de Leonardo da Vinci. Durante su estancia, coincidió con Boticelli.
Su primera obra un fresco de San Sebastián, en Cerqueto, data del año 1478.
Terminado su trabajo en la Capilla Sixtina, el Perugino regresó a Florencia, donde residió hasta 1505. A su llegada se le encargó trabajar en el Palazzo della Signoria y en 1491 fue invitado a formar parte del comité que tenia como encargo terminar la catedral de Florencia. Desde 1490 hasta 1500, el Perugino estuvo en su periodo más productivo, siendo la cumbre artística de su carrera. Entre sus obras más conocidas ejecutadas durante este tiempo se encuentran: la Visión de San Pedro Bernardo; La Virgen y el Niño con santos, y el fresco de la Crucifixión para el convento florentino de María Magdalena de Dios Pazzi. Estas obras se caracterizan por tener amplias figuras escultóricas posadas elegantemente en escenarios sencillos, al estilo arquitectónico renacentista. El espacio pictórico está estrictamente controlado en el primer plano y en el medio, mientras que el efecto de fondo es uno de espacio infinito. En este período también pintó su retrato más conocido, el retrato de Francesco delle Opere.
Encargado por el gremio de banqueros de Perugia, pintó un ciclo de frescos en su Sala dell’Udienza que se cree que se completó hacia o poco después del 1500. La importancia de esta obra radica menos en su mérito artístico sino el hecho de que Rafael, alumno de Perugino desde 1496, aprendiera probablemente como asistente suyo la técnica de la pintura al fresco.
Después del 1500, su arte comenzó a declinar. Con frecuencia repetía sus composiciones anteriores de manera rutinaria y los críticos florentinos comenzaron a satirizarlo. De esta manera, dejó Florencia en 1505, tras entregar su Combate de Amor y Castidad, pedido por Isabella d’Este. Durante sus últimos años trabajó principalmente para el público menos crítico de Umbría. En 1508 hizo una reaparición pintando los círculos del techo de la Stanza dell’Incendio en el Vaticano. A su alumno, Rafael se le encargaron los frescos de las paredes.
Uno de sus últimos encargos fue la finalización de los frescos en S. Severo, Perugia, en 1521, iniciados por Rafael. Todavía se encontraba pintado en 1523 cuando murió de peste.
Otras obras relevantes suyas fueron: Los esponsales de la Virgen (c. 1503-1504), La Virgen entre san Jerónimo y san Francisco (1507,) el fresco La adoración de los pastores (1523) y La Virgen con santos y ángeles.
Aunque criticado en sus últimos años, el estilo de Perugio, con amplias figuras insertadas y la perfección en el paisaje, supuso un avance de lo que se pintaría más tarde en el Cinquecento o Alto Renacimiento. Fue entonces iniciador de la llamada maniera moderna o el estilo moderno.