José Vasconcelos Calderón (27 de febrero de 1882 – 30 de junio de 1959), político, escritor e intelectual mexicano. Oriundo de la ciudad de Oaxaca, México. Su familia se trasladó de su ciudad natal a Piedras Negras, Coahuila; y luego a otros lugares de la República. Estudió durante su infancia en el Instituto Campechano. Posteriormente, ingresó en la Escuela Nacional Preparatoria en la ciudad de México. Al terminar inició la carrera de Leyes. Para su graduación trabajo en su tesis sobre la teoría Dinámica del Derecho; en un futuro fue publicado en la Revista Positiva. De 1905 a 1908, Vasconcelos destaca como abogado oficial y luego para las empresas privada de Warner, Johnson & Galston.
Fue Secretario de Instrucción pública y Bellas Artes por un breve periodo. En este mismo momento impartió varias conferencias, por ejemplo, una en la Universidad de San Marcos en Lima titulada “El movimiento intelectual contemporáneo de México”. Debido a que José Vasconcelos emprende una brillante gira como conferencista en las universidades de Norteamérica. A su regreso, aunó esfuerzos para fundar la revista Savia Moderna, que derivó en la Sociedad de Conferencias. José sentía que una revista era un vehículo contundente para expresar sus pensamientos, por ello, constituyó el Ateneo de la Juventud, grupo inicial de la cultura moderna mexicana.
Por medio del Ateneo de la Juventud, demostró su interés, y el de sus compañeros, por el arte, la cultura y el cambio político y social. Esta visión social y política fue concebida desde su participación en el movimiento maderista, siendo uno de los secretarios del Centro Antirreeleccionista de México. Fue designado codirector del periódico El Antirreeleccionista por Félix F. Palavicini. En el proceso de insurrección de 1910, en detrimento del gobierno del dictador Porfirio Díaz, fue secretario y sustituto de Francisco Vázquez Gómez, fundador del Partido Constitucionalista Progresista.
Después del golpe de Estado de Victoriano Huerta
“Solo lo absoluto merece el acompañamiento de la eternidad.” José Vasconcelos
José Vasconcelos fue conocido como el maestro de la juventud de América, esto desde que fue designado por el presidente provisional, Adolfo de la Huerta, jefe del Departamento Universitario y de Bellas Artes, desde aquí estableció el escudo y el lema de la Universidad Nacional de México. Luego, gracias a su buena labor, fue, bajo la presidencia de Álvaro Obregón, director de la Secretaria de Educación Pública. Su labor fue tan importante porque fundó las misiones culturales e hizo que la educación rural llegará a lugares donde la población era en su mayoría analfabeta, realizó una adaptación y adecuación de los textos educativos para el nivel infantil.
En suma, trajo a México educadores y artistas destacados, creó numerosas bibliotecas populares; reorganizó la Biblioteca Nacional, dirigió un programa de publicación masiva de autores clásicos, y fundó la revista El Maestro. Durante su gestión, se puso en contacto con sus amigos los pintores José Clemente Orozco y Diego Rivera, a quienes les encargó murales para decorar distintos edificios públicos. Su interés por el arte fue notable; apoyó la creatividad poética, que era una expresión de la conciencia hispanoamericana.
Debido al fracaso en su intento electoral por el gobierno de Oaxaca, José Vasconcelos renunció a la Secretaría de Educación Pública en 1924. Decidió emprender un viaje por Estados Unidos y Europa, en Madrid, funda y publica la Revista La Antorcha. A su regreso emprendió la lucha como candidato a la Presidencia de la República por el Partido Nacional Antirreeleccionista, realmente parecía que su campaña auguraba gran éxito ya que tenía el apoyo de la juventud universitaria, pero la realidad fue otra. Al anunciarse el triunfo del candidato oficial Pascual Ortiz Rubio.
Su partido afirmó que existió fraude electoral. Como resultado, Vasconcelos proclamó en Sonora el Plan de Guaymas, un llamado a un levantamiento armado que tampoco tuvo frutos. Esto desencadenó, su encarcelamiento. Ya liberado se exilió en París, donde retomó las labores de La Antorcha. A su regreso desempeñó la dirección de la Biblioteca Nacional entre 1940-1946, durante la presidencia de Manuel Ávila Camacho. Mientras estuvo en la dirección de tan importante centro de documentación, se desempeñó como catedrático en el Colegio Nacional.
José Vasconcelos fue uno de los autores que mejor supo explicar en sus obras la descomposición generada por el Porfiriato y el triunfo de la Revolución Mexicana. Sus obras se expresaron en diversos ramos: el filosófico inspirado claramente por las lecturas de Pitágoras: El monismo estético (1918) y Lógica Orgánica (1945). En el ámbito de la sociología y pedagogía, podemos mencionar, La raza cósmica (1925) y Bolivarismo y Monroísmo (1934), expresa una visión antropológica e histórica que postula la formación de una raza futura en Latinoamérica, que impondrá su temperamento estético, a la de la América anglosajona. La raza cósmica, ensayo sobre la identidad americana, incluye polémicas ideas sobre la superioridad racial.
“Un pueblo que pierde la fuerza necesaria para sacudirse el yugo acaba por venerarlo.” José Vasconcelos
Otro campo trabajado por Vasconcelos fue el del ensayo, entre ellos se destaca: Gabino Barreda y las ideas contemporáneas (1910) y Prometeo vencedor (1920). En este espacio puede añadirse una abundante obra periodística, que incidió en la cultura mexicana de su tiempo y también de la actualidad. Otra faceta destacada de su actividad intelectual tuvo como escenario los trabajos históricos: Breve historia de México (1937) o Hernán Cortés, creador de la nacionalidad (1941)
En la literatura, donde se encuentra un mayor vigor literario. En éstas se relatan experiencias personales, reflexiones conceptuales y la experiencia de haber presenciado una etapa histórica que incluyó la caída de un añejo régimen, la lucha armada de las fuerzas revolucionarias, la consolidación de las instituciones nacionales y la decepción provocada por los sucesivos gobiernos. Sus obras más destacadas fueron: Ulises criollo (1935), La tormenta (1936), El desastre (1938) y El proconsulado (1939). También fue autor de una pequeña producción dramática, quizás la más interesante de ellas sea, La sonata mágica (1933) El viento de Bagdad (1945) y Los robachicos (1946).
José Vasconcelos fallece en ciudad de México un 30 de junio del año 1959 a los 77 años. Dejando como legado el humanismo vasconcelista; su obra dejó una marca indeleble en la vida cultural mexicana. El país entero rindió gran tributo a su labor en la cultura mexicana. Aun hoy se recalca su labor como abogado, político, escritor, educador, funcionario público y filósofo.