Biografía
Catalina II de Rusia
Nombre Completo | Catalina II de Rusia |
---|---|
Nacimiento | mayo 2, 1729 |
Fallecimiento | noviembre 17, 1796 |
Ocupación | Emperatriz de Rusia |
Apodo/Pseudónimos | Catalina la Grande |
Nacionalidad | Alemana -Rusa |
Cónyugue | |
Padres | Cristián Augusto de Anhalt-Zerbst, |
Biografía de Catalina II de Rusia
Catalina II de Rusia, también conocida como Catalina la Grande (2 de mayo de 1729 -17 de noviembre de 1796), fue una emperatriz rusa que gobernó durante 34 años. Fue, junto con Pedro I, la única monarca rusa merecedora del epíteto de “Grande”. Hija del príncipe Cristián Augusto de Anhalt-Zerbst, Catalina fue enviada a Rusia para casarse con el gran duque de Holstein Pedro, (nieto de Pedro I el Grande y sobrino- sucesor de la emperatriz Isabel I). Después de que éste accediera al trono, Catalina tardó solo unos meses en hacerse con el poder. Bajo su reinado, el Imperio ruso logró numerosos avances. Sin embargo, Catalina también plantó la semilla de muchos de los problemas que enfrentó el imperio en el futuro.
Catalina II de Rusia
Nacida princesa Sofía Federica Augusta de Anhalt-Zebst, Catalina fue hija del príncipe Cristián Augusto de Anhalt-Zerbst, un general prusiano que ejercía como gobernador en la ciudad de Stettin en nombre del rey de Prusia. Desde niña gozó de una excelente educación. Estuvo a cargo de tutores franceses, gracias a los cuales aprendió francés, música y baile, así como las nociones generales de la historia, geografía y teología. Fue una ávida lectora y una de las mujeres más ilustradas llegadas a la corte imperial rusa.
Matrimonio
En 1744 se trasladó a San Petersburgo a petición de la emperatriz Isabel I, hija de Pedro I y Catalina I que había llegado al trono tras una revuelta en 1741. La emperatriz buscaba una esposa para su sobrino el gran príncipe Pedro, nieto de Pedro I el Grande. Por diferentes razones, entre ellas más económicas que políticas, sus padres no tardaron en enviarla a Rusia para el casamiento. El matrimonio se celebró un año después con gran lujo.
Una vez en San Petersburgo, Sofía se bautizó por la Iglesia ortodoxa rusa Yekaterina Alexéyevna, un gesto que fue de gran importancia para su futuro político. Catalina y Pedro nunca tuvieron una buena relación de esposos; sin embargo, en su afán de poder, Catalina intento agradar a Pedro y a otros cortesanos. Gracias a su prudencia y carácter emprendedor, Catalina congenió rápido con los cortesanos de gran influencia.
Nacimiento de Pablo I
En 1754 dio a luz su primer hijo, el primogénito del zar Pablo I de Rusia. Años después, Catalina afirmaría en sus memorias que el primogénito no era hijo del zar, lo cual el zar pareció creer. Ni Pedro ni Catalina cuidaron del bebe, su educación y crianza quedó en manos de la emperatriz Isabel. A causa de estos continuos desplantes, Pablo creció inseguro y paranoico. Muerta Isabel en 1762, su esposo Pedro accedió al trono bajo el nombre de Pedro III. Su reinado, sin embargo, fue corto.
Reinado de Pedro y golpe de Estado
La actitud desdeñosa de Pedro ante las tradiciones rusas, su fanatismo pro-prusiano y las políticas de secularización de bienes, que afectaron a la Iglesia, le granjearon numerosas enemistades en poco muy tiempo. Pedro se puso en contra de la Iglesia ortodoxa, la guardia imperial y de los boyardos, quienes se vieron reemplazados en la administración por alemanes. Todo este llevó a que la aristocracia fijara sus ojos en Catalina. Con el apoyo del ejército, varios boyardos y su amante, Catalina se hizo con el poder a finales de junio, afirmando que el golpe era “para la defensa de la ortodoxia y la gloria de Rusia” en contra de la influencia extranjera.
El golpe sorprendió e irritó a Pedro, pero al verse sobrepasado no le quedó más elección que abdicar. Inicialmente, Catalina aceptó perdonar su vida a cambio de la abdicación escrita y su exilio. Sin embargo, unos días después, el zar fue detenido y, poco después, asesinado. El asesinato se mantuvo en secreto; oficialmente el zar murió a causa de un cólico, algo lo que la corte nunca creyó.
Emperatriz de Rusia
Tras la sublevación, Catalina tomó la dirección del imperio, dispuesta a transformar tanto sus estructuras administrativas y como las políticas. Deshizo todo lo que había hecho su esposo y emprendió una campaña modernizadora, de acuerdo con las tendencias que habrían de definir más tarde al despotismo ilustrado. Aunque fue bien conocida por su numerosos amantes, Catalina supo ganarse el respeto de la mayoría de los gobernantes europeos y de los intelectuales ilustrados. Entre ellos Voltaire y Diderot, quien fue uno de sus más cercanos consejeros.
En 1764, gracias a su influencia, la zarina logró imponer como rey de Polonia a Estanislao Poniatowski, antiguo amante, con que el consiguió que las leyes polacas estuvieran bajo su vigilancia. Como dueña de un poder de dudosa legitimidad, Catalina hubo de apoyarse en la aristocracia rusa terrateniente para impulsar su programa de reformas, racionalistas y liberalizadoras. Para obtener este respaldo no solo tuvo que mantener los privilegios de la nobleza, sino también dispensarla del servicio militar y reforzar el poder de los nobles sobre sus siervos, que como castigo podían ser deportados a Siberia (1765). En 1783 instituyó a servidumbre en Ucrania.
Estas concesiones le permitieron instaurar varias políticas liberalizadoras, como la secularización de los bienes de la Iglesia en 1764. Después de que Rusia venciera en la guerra contra Turquía, en 1774, comenzó la reforma político-administrativa del territorio: consolidó el centralismo autocrático y suprimió la autonomía de Ucrania. En cuanto a la política exterior, Catalina fue conocida por mantener una política expansionista. Se apoderó de Lituania – tras de los repartos de Polonia- y Crimea, así como del territorio situado entre el Dniéster y el Bug antes de su victoria sobre Turquía.
En los años de su reinado la economía rusa creció progresivamente impulsada por la gratuidad de gran parte de la mano de obra, las medidas liberalizadoras respecto al comercio, la industria y una política inmigratoria con la que favoreció los asentamiento y colonias agrícolas, especialmente en los territorios entre Crimea y Kuban.
Eventualmente, la emperatriz también se preocupo por la educación: fundó numerosas escuelas y intentó europeizar el país, dándole la bienvenida a las ideas de occidente. Esto luego favoreció la penetración de las ideas ilustradas. A su corte estuvieron invitados numerosos intelectuales europeos y también impulsó el uso de la lengua francesa en círculos nobiliarios y cortesanos.
Después del estallido de la Revolución Francesa, ya hacia el final de su reinado, Catalina retornó a sus actitudes autocráticas. En materia religiosa, Catalina adoptó una política de tolerancia, la cual terminó en la persecución de los disidentes de la Iglesia Ortodoxa.
Muerte
Falleció el 17 de noviembre de 1796 en Moscú. Fue sucedida por su hijo Pablo I, aunque antes de su muerte se cree había intentado dejar como sucesor a su nieto, Alejandro.