Religión
Mahoma
Biografía de Mahoma
Abu l-Qāsim Muḥammad ibn ʿAbd Allāh al-Hāšimī al-Qurayšī, más conocido como Mahoma, nació en la Meca, Actual Arabia Saudita, el 26 de Abril de 570 y falleció, a sus 63, años el 8 de Junio de 632 en Yazrib, hoy en día Medina, en el Hiyaz (Arabia Saudita). Fue el fundador del Islam, religión monoteísta abrahámica cuyo dogma se basa en el libro del Corán, el cual establece como premisa fundamental para sus creyentes que «No hay más Dios que Alá y que Mahoma es el último mensajero de Alá».
Aunque no hay datos exactos sobre quienes fueron sus padres, se dice que Mahoma nació en una familia perteneciente a la tribu Quraish y que el primer milagro que hizo, fue cuando el arcángel Gabriel descendió y abrió su pecho para sacar su corazón; extrajo un coágulo negro de éste y dijo «Esta era la parte por donde Satán podría seducirte». Después lo lavó con agua del pozo de Zamzam en un recipiente de oro y devolvió el corazón a su sitio. Los niños y compañeros de juego con los que se encontraba corrieron hacia su nodriza y dijeron: «Mahoma ha sido asesinado»; todos se dirigieron a él pero descubrieron que estaba vivo.
A los seis años quedó huérfano y fue recogido por su tío Abú Talib, a quien acompañó en sus viajes de comercio. A temprana edad comenzó a trabajar, pero sin duda, su trabajo más importante, fue ser agente comercial en Khadijah; como un subalterno de una adinerada viuda de 40 años, pues terminaría casándose con ella. Por veinticinco años aquella mujer fue una fiel compañera, llenándolo de amor y felicidad. Tuvo varios hijos, pero sólo su hija Fátima le daría descendientes.
A los cuarenta años Mahoma comenzó a retirarse al desierto y a permanecer días enteros en una cueva del monte Hira, en donde creyó recibir la revelación de Dios —Alá—, quien le hablaba a través del arcángel Gabriel y le comunicaba el secreto de la verdadera fe. Las primeras revelaciones hicieron que Mahoma llegase a pensar que estaba bajo el influjo de una presencia demoníaca, llevándolo cerca del suicidio. La mediación de su esposa evitó tal desenlace y animó a Mahoma a escuchar las revelaciones. Animado por su esposa Jadicha, comenzó a predicar en su ciudad natal, presentándose como continuador de los grandes profetas monoteístas anteriores, Abraham, Moisés y Jesucristo.
La escritura del Corán se hizo por medio de la conservación de la palabra de Dios (Alá) trasmitida por Gabriel, a la retentiva de los memoriones, quienes la memorizaban recitándola incansablemente para ser recopiladas conservando su mensaje original, sin el menor cambio ni de fondo ni de forma. Para ello emplearon materiales como las escápulas de camello, sobre las que grababan los versículos del Corán. Aunque El Corán ofrece datos interesantes para conocer el pensamiento del profeta Mahoma, es muy pobre en lo referente a su vida. Al igual que ocurre con otros fundadores de grandes religiones (Buda, Jesús), sólo se conocen a grandes rasgos las etapas anteriores al momento de iniciar la predicación de su doctrina.
En sus predicaciones, Mahoma se inclinaba hacia un monoteísmo basado en la creencia en un Dios lleno de bondad y todopoderoso, que juzgará a cada uno según su actuación; el hombre debe mostrar gratitud a Dios y reconocer su dependencia respecto a él. El reconocimiento de la omnipotencia divina se contrapone a la actitud de los grandes mercaderes, convencidos de que su riqueza se lo permite todo; para Mahoma la vida del hombre había de basarse en hacer lo necesario para alcanzar el paraíso. La generosidad y el respeto a los débiles eran los puntos esenciales en que insistían sus primeras predicaciones.
Inicialmente, el islam se presentó como una continuación del cristianismo y del judaísmo, religiones que Mahoma conocía. Con la predicación pública se iniciaron las críticas hacia el monoteísmo profesado por Mahoma, y pronto tuvo lugar una primera confrontación con los árabes politeístas. El Dios único de Mahoma se podía adorar en la Kaaba (edificio de La Meca construido, según el Corán, por Abraham, y que contiene la piedra negra que Gabriel le dio a Isaac), pero no en otros santuarios consagrados a otros dioses y diosas en los alrededores de la ciudad. Pero no parece cierto, como se ha afirmado, que la oposición a Mahoma partiera de los grandes mercaderes por miedo a que, al desaparecer los ídolos, decayera la actividad comercial. La Kaaba, el santuario de La Meca, seguía siendo el santuario por antonomasia, y la desaparición de los ídolos no habría perjudicado más que a un reducido grupo de mercaderes que se habían instalado en las proximidades de la ciudad y habían creado allí nuevos santuarios, cuyos cultos fueron condenados expresamente por Mahoma.
Las razones de la enemistad creciente de la oligarquía comercial de La Meca hacia el Profeta hay que buscarlas en los ataques de Mahoma al modo de vida de los ricos, en la negación de su omnipotencia y, sobre todo, en la posibilidad de que la predicación diera a Mahoma una personalidad política suficiente para ponerle al frente de la ciudad en un futuro más o menos próximo.
El contenido de la fe se basaba en la creencia en Alá como Dios único, todopoderoso y eterno, creador y dueño de todas las cosas. La creencia en Alá va acompañada de la creencia en los profetas (de los que Mahoma es el último), en los ángeles, en los libros sagrados (de los que el Corán es el último y el único necesario), en la resurrección y en la predestinación. Los que pertenecen al Islam deben hacer la profesión de fe, recitar las plegarias cinco veces al día, pagar la limosna legal, cumplir la peregrinación a La Meca una vez en la vida y ayunar durante el mes de Ramadán.