Filósofos

Herbert Spencer

Biografía de Herbert Spencer

Herbert Spencer (27 de abril de 1820 – 8 de diciembre de 1903) naturalista, filósofo, sociólogo, psicólogo y antropólogo. Nació en Derby, Inglaterra. Es una de las más destacadas figuras del evolucionismo filosófico. Sus padres fueron William George y Harriet Holms. En su infancia no gozó de buena salud, pero si se destacó por tener una mente lúcida, una voluntad tenaz y un espíritu indomable en cuanto a autoridad y dogmas. Recibió su formación de su padre y su tío, aunque también aprendió de manera autodidacta. Desde joven creyó que los honores y nombramientos no eran parte de su estilo de vida, por ello, decidió no asistir a la universidad, y cuando era anciano rechazó cualquier tipo de reconocimiento.

Fue criado en un ambiente metodista y al mismo tiempo bajo las enseñanzas de los cuáqueros, pero esto no fue un motivo por el cual se ciñera a estas reglas morales, ni siquiera contemplo el matrimonio. Llegó incluso a considerar la cultura como posible limitación de la libertad; a causa de ello no leyó muchos textos filosóficos, más bien amó la conversación, frecuentó las tertulias y el teatro y tuvo muchos amigos, tales como: John Stuart Mill, Thomas Henry Huxley, John Tyndall y George Eliot. Siempre mostró su inconformidad con el imperialismo y el socialismo. Su formación resultó esencialmente científica y técnica; sintió afición por los experimentos y las colecciones.

Era un ser muy particular, sorprendía cuando demostraba su poco interés por las lenguas y particularmente del mundo clásico, griego y latino. Ajeno por completo a los valores artísticos, no dudaba, sin embargo, en juzgar acerca de ellos. De ahí sus pasmosas apreciaciones sobre Rafael Sanzio

, Richard Wagner, Homero o Platón. El primer texto de interés general de nuestro autor es un conjunto de cartas escritas para The Nonconformist sobre el problema de los límites de la autoridad estatal: Letters on the Proper Sphere of Government (1842).

Dos años después consiguió un empleo como redactor en The Pilot, de Manchester, y se ocupó, luego del tema de metafísica y psicología después de leer el Sistema de lógica de John Stuart Mill y la parte inicial de la Crítica de la razón pura de Kant. Hasta 1846 ejerció el cargo de ingeniero ferroviario. Pero, realmente esta rutina no le llamaba la atención y regresó nuevamente al mundo de la redacción esta vez en The Economist; tal circunstancia marcó el fin de su labor en la ingeniería y el camino inicial como escritor y filósofo. Por entonces había publicado ya diversos panfletos en los que propugnaba una limitación radical de la esfera de intervención del Estado en la sociedad, a partir de una interpretación individualista del evolucionismo.

Debemos indicar que, sus teorías se hallan en la base del posterior darwinismo social, desde que afirmó que el Estado debe proteger la libre acción de la selección natural en la sociedad, tratando de velar por una suerte de progreso. En 1850 publicó Estática social, con esta obra logró despertar el interés del público y orientar su vida de manera decisiva hacia la vocación filosófica. En ese sentido, decidió dedicar todo su tiempo a la escritura de su sistema de filosofía sintética, dejó entonces su puesto en The Economist y renunció a cualquier otro empeño para dedicarse exclusivamente a la construcción filosófica.

Sentía como misión propia, en efecto, establecer una interpretación racionalmente sistemática del mundo, apoyada en una base científica, esto fue logrado en Principios de psicología (1855) lamentablemente este texto no tuvo mayor éxito. Firme en el propósito que le inducía a ofrecer al positivismo la concepción sintética del mundo que todavía le faltaba, Spencer dedicó treinta y seis años de su vida para ello, que desarrollo incluso a través de dificultades económicas y perturbaciones de la salud.

Poco a poco, su salud fue cayendo en un estado preocupante. Siempre estaba débil, y no podía dedicar el tiempo suficiente a las labores intelectuales. En una ocasión dejó de producir por un periodo de varios meses. Y nuevamente hizo un receso entre 1886 y 1889. Pensó que podría sostenerse de la suscripción por entregas de su obra, pero tan solo el tomo inicial: Primeros principios (1862) sirvió para cubrir los gastos, pero luego no tendría la misma suerte. Entonces, en 1865 Spencer comunicó a los suscriptores la suspensión de la obra.

Logró sobrevivir gracias a una modesta herencia paterna y, al mismo tiempo, tuvo el apoyo moral y económico de un admirador norteamericano: E. Livingston Youmans, quien estuvo con Spencer hasta el día de su muerte. Gracias a Livingston los textos de Spencer fueron pronto conocidos en los Estados Unidos, de manera que el filósofo alcanzó popularidad y fama en la otra orilla del océano antes que en su misma patria. Para el año de 1870 la editorial tuvo un gran momento: los libros de Spencer eran cada vez más solicitados y leídos, y pronto fueron traducidos incluso al sánscrito y al chino. Mientras tanto, en 1867 habían aparecido los Principios de biología, y luego se publicaron los Principles of psychology (1872), los Principios de sociología (1877) y los Data of Ethics (1879), primera parte de seis secciones del tratado sobre la ética tan apreciado por Spencer.

Herbert Spencer en 1894 sostuvo una célebre controversia con el famoso biólogo alemán August Weismann, quien había refutado abiertamente la naturaleza hereditaria de los caracteres adquiridos, defendida por Spencer como principio fundamental e indispensable de su teoría evolucionista. Por esta gran discusión fue considerado uno de los filósofos más admirados del momento, eso aumentó cuando apareció el último tomo de la Sociology.

En realidad, esto lo posicionó como el maestro del positivismo. Inglaterra lo declaró un genio nacional, y toda Europa le reconocía y apreciaba como uno de los grandes hombres del siglo. La crisis de la ciencia positivista y la aparición de otras corrientes filosóficas idealistas modificaron el ambiente cultural. Cuando murió el 8 de diciembre de 1903 su nombre fue honrado y recibió varios homenajes póstumos. La mayoría de ellos en Brighton, adonde se había trasladado para pasar los últimos días de vida.