San Pedro (Finales del siglo I a. C. -64) apóstol de Jesucristo y primer jefe de su Iglesia. Nació en Betsaida, Galilea, Israel. Se desempeñaba como pescador del mar de Galilea, usualmente trabajaba con su hermano Andrés, quien también fue apóstol. Vivía con su esposa, hijos y su suegra en Cafarnaúm. Pedro comenzó a oír a Jesús de Nazaret frecuentemente hasta que decidió aceptar su llamado y unirse a su labor para compartir sus enseñanzas. Poco a poco, se fueron conformando un grupo de hombres hermano en su mayoría de pescadores, también se integró su hermano Andrés y sus hijos Zebedeo, Santiago y Juan, fueron llamados los doce apóstoles.
De los doce apóstoles Pedro fue uno de los más distinguidos por su fuerte personalidad y su cercanía al maestro, por ello, asumió una actitud de líder y portavoz del grupo. En los evangelios se expone su personalidad: sencillo, generoso e impulsivo en sus intervenciones, de ahí que Jesús, mostrará desde el primer momento una predilección por su persona. Junto con Santiago Apóstol y San Juan Evangelista, Pedro tuvo la oportunidad y el privilegio de participar en rituales íntimos de los que quedaban excluidos los demás apóstoles. Se dice que, Jesús debió ser a menudo huésped de la familia de Pedro.
Pedro se llamaba Simón, pero, Jesús lo bautizó Pedro al señalarle como la «piedra» sobre la que habría de edificar su Iglesia. Lo anterior sucedió en Cesarea de Filipos, al nordeste del lago Tiberíades, San Pedro afirmó la divinidad de Jesús, lo anterior quedó escrito en Mateo. 16, 16-19. Cuando Pedro afirma: “Tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo” Jesús confirió a Pedro la máxima autoridad: “Bienaventurado eres tú, Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado eso la carne y la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y que sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.”
Aunque su personalidad era impetuosa tuvo también momentos de debilidad. Según dice el evangelio, San Pedro
“Entonces él comenzó a maldecir y a jurar: ¡Yo no conozco a ese hombre! Y al instante un gallo cantó. Y Pedro se acordó de lo que Jesús había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.” Mateo 26: 74-75
En el año 30 d. C., tras la muerte de Jesús San Pedro asumió el reto de ser el líder indiscutido de la diminuta comunidad de los primeros creyentes cristianos de Palestina durante quince años: dirigía las oraciones, respondía a las acusaciones de herejía lanzadas por los rabinos ortodoxos y admitía a los nuevos adeptos (fue el responsable de aceptar los primeros no judíos). Años después, fue encarcelado por orden del rey Herodes Agripa, aunque pudo escapar y abandonar Jerusalén, dedicándose a propagar la nueva religión por Siria, Asia Menor y Grecia.
Para ese momento, su liderazgo fue menos evidente, disputándole la primacía entre los cristianos otros apóstoles, como Pablo o Santiago. Asistió al llamado Concilio de Jerusalén (48 o 49), con el fin de respaldar la línea de San Pablo de abrir el cristianismo a los gentiles, frente a quienes lo seguían ligando a la tradición judía. De sus últimos años de vida se tiene muy poca información, los datos que se saben son gracias a reconstrucciones de relatos muy posteriores. Lo más probable es que se haya trasladado a Roma, donde habría ejercido un largo apostolado justificativo de la futura sede del Papado: la Iglesia romana considera a San Pedro el primero de sus papas.
De acuerdo con la tradición católica, San Pedro fue perseguido por Nerón en Roma , cuando este emprendía su lucha contra los cristianos . Murió crucificado con la cabeza hacia abajo (Juan 21:18) y su tumba fue enterrada en la colina del Vaticano, lugar en donde el emperador Constantino hizo levantar en el siglo IV la basílica de San Pedro y San Pablo.
Las epístolas de San Pedro que se conservan en el Nuevo Testamento. San Pedro expone la dignidad del cristiano, la sublimidad de su vocación y la santidad de la vida que debe ser su consecuencia. Además, el apóstol recomienda obediencia, paciencia, respeto a la autoridad, amor a los enemigos y concordia entre los hermanos. Durante toda la epístola menciona a Jesucristo, con sus padecimientos y sus consejos.
“Ámense como hermanos, sean compasivos y humildes. No devuelvan mal por mal. En lugar de insultar a los que los insultan, pidan que Dios los bendiga a ellos, porque ustedes mismos fueron llamados a recibir una bendición”1 Pedro 3:8-9
La segunda epístola, se presenta como una continuación de la primera y va dirigida a las mismas personas. Generalmente se presume que San Pedro la dictó poco antes de su martirio, San Pedro recuerda los principios generales según los cuales deben los cristianos ceñirse a la doctrina recibida y a la práctica de las virtudes. Expone el tema de la condena máximas y costumbres de los falsos doctores. En la última parte, ataca los frívolos argumentos con que aquellos sectarios se proponen desacreditar la doctrina de los fieles. El estilo de la escritura de estas epístolas es muy admirado.
En toda ella se advierte una viveza especial y un esplendor impresionante de metáforas. Por ello, la Iglesia, la acogió en el canon tridentino, incluyéndo la entre las epístolas católicas del Nuevo Testamento. La vida de San Pedro
Su fiesta y la de San Pablo, conocida oficialmente como la solemnidad conjunta de San Pedro y San Pablo, se celebra el 29 de junio en conmemoración al martirio que sufrieron los dos en Roma. Los dos apóstoles perecieron perseguidos en tiempos de Neron.