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Sofia Kovalévskaya

Biografía de Sofia Kovalévskaya

Sofia Kovalévskaya (15 de enero de 1850 – 10 de febrero de 1891) matemática, escritora y defensora de los derechos de la mujer. Nació en Moscú, Rusia.  Su familia gozaba de un estatus acomodado, eran burgueses de abundantes recursos económicos y, se desarrollaron en el campo  intelectual. En suma, sus padres se codeaban con los personajes más ilustres de Rusia, como el famoso escritor Dostoievsky que estuvo saliendo con la hermana mayor de Sofía. Su padre era un  teniente general de artillería en el Ejercito Imperial Ruso, y su madre fue una mujer ilustrada proveniente de Alemania. Sofia estaba en medio de libros de toda clase, amaba la poesía y las matemáticas.

Para ese momento el contexto ruso aunque era complejo empezaba a presentarse una suerte de cambio, desde mediados del siglo XIX, surgieron movimientos de rebelión con distintas banderas. Las ideas socialistas y anarquistas, tomaron multitud de formas, se robustecieron en buena medida de los intelectuales y de la juventud. La derrota en la Guerra de Crimea puso al zar en una situación difícil, las protestas de los campesinos, los militares, los intelectuales, los estudiantes, entre otros, se incrementaron, reclamaban cambios sociales.

En este ambiente nacieron los jóvenes nihilistas, ellos se oponían a la mayoría de los postulados tradicionales de la sociedad rusa, cuestionando las formas de autoridad y abrazando el cambio de orden social como principal herramienta de cambio político. Atacaban la concepción patriarcal, y abrazaban la igualdad de sexos; también se presentaba como ateos y materialistas. Y por sobre todas las cosas reivindicaban el papel de la ciencia como fuerza liberadora necesaria para la construcción de una nueva sociedad, desnaturalizando la superstición, la ignorancia y los privilegios.

Sofía, fue una joven muy inteligente y de ideas nihilistas, y siempre tuvo el deseo de estudiar en una universidad, pero la idiosincrasia y las costumbres de la sociedad rusa del momento no concebían que una mujer ingresara a un centro académico. Ante la  imposibilidad de acudir a la Universidad decidió  marcharse  al extranjero en compañía de su hermana. Sofía antes de irse había mantenido una relación con Vladimir Kovalevsky, un paleontólogo evolucionista, con quien se casó simplemente para demostrar que no tenía que tener el permiso de su padre para ello.

Esta unión era catalogada como un matrimonio ficticio por parte de los jóvenes nihilistas. Lo importante de esta práctica era que la mujer se casaba con un hombre con el único objetivo de liberarse del yugo familiar. Posteriormente cada se separaba sin que la sociedad lo supiera, y el marido podría darle todos los permisos que ella solicitara para estudiar, trabajar, viajar, vivir en comunas. Las hermanas se mudaron a Alemania, donde conocieron a varios matemáticos importantes, como Karl Weierstrass.

Precisamente Weierstrass fue la persona que apoyó e influyó a Sofía para que iniciara sus estudios, al darse cuenta de su gran inteligencia. Finalmente, ella felizmente accedió y tuvo la tutoría de este matemático durante la realización de su tesis, años después consiguió el título en matemáticas por la Universidad de Gotinga en 1874, siendo la primera mujer en la historia que logró graduarse de una universidad. Al año siguiente regresó a casa de Vladimir Kovalevsky, con el paso del tiempo Sofia empezó a enamorarse de Vladimir y tuvieron una hija en 1878. Luego, de un tiempo dedicada a la maternidad intentó buscar trabajo para poner en práctica su conocimiento pero no tuvo éxito.

Comenzó a frecuentar los círculos culturales de San Petersburgo, pero su esposo comenzó a tener problemas con ella por la cuestión económica. Como consecuencia, su relación terminó en 1879,  Sofia contactó por correspondencia a su tutor y amigo Karl Weierstrass, posteriormente viajó a Berlín y París, donde se acercó a grupos políticos radicales, allí conoció al matemático sueco Gösta Mittag-Leffler. Su amistad le permitió un puesto como profesora en la Universidad de Estocolmo, con el paso del tiempo sus clases comenzaron a popularizarse.

También formó parte del consejo editorial de una de las revistas más prestigiosas en  el ámbito de las matemáticas, Acta Mathematica. Para ese momento, recibió la fuerte y trágica noticia del suicidio de su exmarido en 1883, Vladimir decidió quitarse la vida agobiado por las deudas. Varios años después, fue galardonada con el Premio Bordin de matemáticas, fue la primera mujer en ganarlo. El motivo que la hizo merecedora fue la solución de las famosas Ecuaciones de Euler;  problema que desde hacía décadas se había presentado como un gran reto para los mejores matemáticos.

Luego de este suceso, su situación económica mejoró considerablemente, recibió aproximadamente 5.000 francos y el empujón que su carrera requería, a partir de ese momento fue reconocida como una de las mayores autoridades matemáticas del mundo, esto causó un gran impacto para muchos matemáticos que no se mostraron conformes con la incursión de una mujer en el mundo intelectual y académico. Pero también se hizo merecedora de grandes reconocimientos y halagos.

Sofía también fue autora de artículos de divulgación científica y artículos relacionados con el teatro, e incluso publicó un par de novelas: Memorias de juventud (1890) y Mujer nihilista (1892). Ella se preocupó por divulgar su conocimiento porque lo entendía como un acto revolucionario, una manera de hacer frente a la ignorancia y una posibilidad para que las clases populares pudiera empoderarse y acabar con la monarquía y propiciar su propia revolución.

Pero el destino no le permitió gozar de su mejor momento. Luego de unas vacaciones en Génova a finales de 1890, regresó a Suecia. Lamentablemente contrajo una gripe que luego degeneró en neumonía, la situación se agravó con el paso de los días y su cuerpo no resistió. Falleció en Estocolmo el 10 de febrero de 1891, a los 41 años de edad. Tras su muerte recibió varios reconocimientos, uno de ellos por parte de la Academia Rusa de Ciencias. También el cráter lunar Kovalevskaya lleva su nombre y la Fundación Alexander Von Humboldt de Alemania concede el premio Sofia Kovalevskaya a investigadores jóvenes.