Conquistadores
Nicolás Federmann
Biografía de Nicolás Federmann
Nicolás Federmann (1501 – 1542) explorador alemán. Nicolás Federmannn nació en Ulm, Estado de Baden-Württemberg, Alemania, fue un chico que mostró su habilidad desde muy niño. En su juventud ingresó al servicio de los Welser, una familia de banqueros y comerciantes alemanes claves en el mantenimiento económico de la Corona española. Los Welser a partir de 1517 brindaron apoyo monetario a Carlos V, más bien, por una relación de parentesco, ya que filipina Welser había contraído matrimonio con el Archiduque Fernando, sobrino de Carlos V.
Siendo parte de los banqueros y teniendo relación directa con Carlos V, se le encarga a Nicolás Federmnn de iniciar una expedición para explorar y colonizar territorios americanos pertenecientes a la Corona española, colaborando con Ambrosio Alfinguer y Bartolomé Seyler. El joven animado por su gusto por las expediciones y su mentalidad ambiciosa, aceptó la propuesta. Así, en 1592 zarparon de Sanlúcar al mando de 123 soldados españoles y 24 mineros alemanes con destino a Santo Domingo, lugar donde los banqueros tenían una factoría. Meses después, emprenden la expedición siguiendo el cauce del río Orinoco hacia Venezuela.
Estando en Coro, capital de la gobernación de Venezuela concedida a los alemanes, realiza varios viajes de apoyo con el fin de proveer refuerzos al gobernador Ambrosio Alfinguer desde algunos puertos de Santo Domingo y Puerto Rico. Al instalarse en Venezuela, y tras la ausencia de Alfinguer, actúa como gobernador a finales de 1530, cargo desempeñado hasta 1534. Unos meses después, realizó su primera expedición en busca de una comunicación con el Pacífico. Acompañado por 110 soldados, 16 jinetes y 100 indios caquetíos, la exploración se centró en los territorios comprendidos entre Coro y Barquisimeto. Cuando llegó al valle del Acarigua, ubicado en los Llanos, creyó erróneamente haber encontrado el océano, por estar repletos de agua. Regresó a Coro en 1531 con un buen botín de 3.500 pesos de oro declarados; sin embargo, el gobernador Alfinguer le reprendió por haber explorado sin su autorización y le desterró de Indias por cuatro años, acusado de fraude a la Corona.
Durante estos años, Nicolás Federmann escribió su obra Historia indiana, una narración de sus descubrimientos, publicado muchos años después (1557). En 1532 firmó un nuevo contrato con los Welser para servirles como factor por periodo de siete años. El 19 de julio de 1534 se enteró de la noticia de la muerte del gobernador de Venezuela. Por ello, fue nombrado por el Consejo de Indias capitán general de Venezuela en sustitución del fallecido. Pero, su periodo como gobernador fue bastante ilusorio, fue sustituido por Jorge de Spira, que lo nombró teniente de gobernador.
El gobernador le ordena llevar a cabo una expedición descubridora hacia el poco explorado cabo de la Vela, en la Guajira, donde tenía como labor fundar una población. A la partida de Federmann, simultáneamente, Jorge Spira emprendió su famosa expedición al sur, en buscar del popular y mencionado tesoro del Dorado. Quedó plasmado en varios archivos que las expediciones del Sur fueron a lo largo de las vertientes orientales de la Cordillera, motivadas por las noticias sobre los ricos indios que moraban en la sierra.
Por su parte, Federmann cumpliendo la orden en 1536 fundó una población que llamó Nuestra Señora de las Nieves en la desembocadura del río de la Hacha. Regresó luego a Coro, creyendo que el título de gobernador de Venezuela sería dado por los Welser, pero no fue así. En 1537 inició desde Coro su segunda expedición, en busca del Dorado. Con 300 soldados, 160 caballos y numerosos naturales, siguió el camino de su primera entrada hacia Carora, Barquisimeto y los llanos del Apure. Cruzó el Rio Apure y encontró rastros de la fracasada expedición de Spira. Evitando el encuentro con Espira, alcanzó el Pauto, afluente del Meta.
Su fin era encontrar esa región repleta de oro que se encontraba hacia occidente, ambición motivada por los comentarios de los indios que le comentaron sobre el mito de El Dorado, afirmaban que esta zona era habitada por los chibchas o muiscas. Siguiendo la falda de la inmensa cordillera occidental avanzó con dirección sur en busca de un paso para franquearla, una misión en la que ya había fracasado Pedro de Limpias. Sin embargo, el alemán continuó hasta que, tras largos y arduos meses, encontró el paso interandino en el páramo de Sumapaz. Avanzó desde allí hacia el altiplano cundiboyacense hasta llegar a Fosca. En ese sitio se topó con varios hombres de la hueste de Gonzalo Jiménez de Quesada, que como él tenían las mismas intenciones. Habían llegado desde San Marta atraídos por el mismo mito del Dorado.
Nicolás Federmann y Jiménez de Quesada, evitando una guerra, decidieron que sus soldados habitarían el reino descubierto como conquistadores y pactaron el reparto del botín. Pero al poco tiempo, apareció la hueste española Sebastián de Belalcázar, proveniente de Quito atraída por el mismo mito. Ciertamente la situación se complejizó. Así que, cada uno de los conquistadores fundó varias ciudades, dejando a sus hombres al cuidado de ellas para marchar a España y solucionar allí sus diferencias territoriales.
Federmann, en 1540 se dirigió a Gante en busca del emperador y Bartolomé Welser. Ellos le exigieron cuentas de su actuación, pero, para ellos, estas no fueron satisfactorias. Como resultado, pidieron su proceso y encarcelamiento por fraude y declarar menos riqueza de la que había conseguido. Federmann reclamó su traslado a Madrid para exponer sus alegatos ante el Consejo de Indias. El 2 de febrero de 1541 llegó a Madrid, pero sus reclamaciones no tuvieron impacto. Luego se trasladó a Valladolid, donde prosiguió con su pleito hasta el fin de sus días. Nicolás murió en Valladolid, luchando sin conseguir su absolución, en febrero de 1542.
Su obra Historia indiana, fue conocida gracias a la publicación de Hans Kiffhaber, su cuñado, en 1557. En este libro, Nicolás Federmann narra de manera fantasiosa los sucesos de su primer viaje descubridor. Resultó tan popular, que en 1837 fue traducida al francés por Ternaux-Compans, pero no se conoció en castellano hasta 1916, cuando Pedro Manuel Arcaya hizo la traducción. Por su parte, Juan Friede realizó una traducción directa del original alemán al castellano en 1958.