Isabel de Trastámara, más conocida como Isabel la Católica o Isabel I de Castilla (22 de abril 1451 – 26 de noviembre de 1504). Reina de Castilla, Sicilia y Aragón. Nació en la localidad de Madrigal de las Altas Torres, Castilla, España. Hija de Juan II de Castilla y de Isabel de Portugal. Desde pequeña estuvo rodeada por un excelente grupo de damas de compañía y tutores, elegidos por su padre. De ellos aprendió sobre la gramática, la retórica, la pintura, la filosofía y la historia. Su padre murió el 22 de julio de 1454. A causa de este suceso, Isabel, su hermano y su madre se retiraron a vivir al castillo de Arévalo con un séquito inapreciable y unos bienes relativamente precarios para su condición real. Isabel se dedicó principalmente a la oración y la lectura de obras piadosas, hasta que ella y su hermano fueron trasladados a Segovia. Poco tiempo después, el 28 de febrero de 1462 nacería Juana, la primera hija de su hermano. Isabel fue su madrina de bautizo.
Entrada su juventud, persuadida por el arzobispo Alfonso Carrillo y su madre, Isabel tomó como pretendiente matrimonial al candidato aragonés, Fernando, hijo y heredero, de Juan II. Todo se llevó de manera discreta. El 5 de septiembre de 1469, su prometido partió de Zaragoza disfrazado de criado y acompañado por pocas personas
El 12 de diciembre de 1474 llegó al Alcázar de Segovia, residencia de la pareja, la noticia de que Enrique había muerto. Como resultado, Isabel I se autoproclamó con toda solemnidad reina de Castilla, se dispuso a enviar cartas a las principales ciudades del reino informando la noticia y exigiendo obediencia. Todo lucía bien hasta que una facción nobiliaria reconoció a Juana, su sobrina, como reina. Además, el belicoso rey Alfonso de Portugal, negociaba un contrato matrimonial para unir las fuerzas de ambos reinos con las ansias de defender sus derechos y quitar el trono a Isabel I. Llevados por el afán del poder, Enrique IV aseguró que la unión matrimonial de Isabel y Fernando no era válida porque no existía bula papal que la comprobara, pero el Papa Sixto IV hizo pública una bula que demostraba su legalidad. Todos estos sucesos dieron inicio a una sangrienta guerra civil por el trono castellano.
En 1479, con el triunfo de Isabel I la Católica, se redactan los tratados de Alcáçovas y Moura
Luego del momento de agitación, Isabel I junto a Fernando II de Aragón se concentran en los destinos del reino, comenzaron por afianzar y expandir el poder real, estimular la economía, la reconquista de todo el territorio peninsular habitado por los musulmanes y el fortalecimiento de la fe católica, causa por la cual el papa Alejandro VI les concedió el título de Reyes católicos.
Para consolidar la monarquía y dotar de mayor prestigio a la Iglesia católica la reina implantó la Santa Hermandad, institución encomendada a garantizar la estabilidad del orden público y la administración de justicia, derogó las prerrogativas otorgadas a la nobleza por Enrique IV y dotó al Consejo Real de verdadera importancia convirtiéndolo en el principal órgano de gobierno del reino, en detrimento de las Cortes.
A nivel económico, Isabel la Católica saneó la hacienda pública por medio de un estricto sistema fiscal e incitó el desarrollo de la ganadería ovina y del comercio lanero. Además, mejoró el campo militar, logrando la expansión de Castilla hacia la conquista del reino nazarí de Granada y Melilla. Sin duda alguna el mayor logro de la política exterior isabelina fue el soporte a la expedición que provocaría el descubrimiento de América
Isabel I de Castilla se trasladó a Medina del campo, enferma e intranquila por el futuro desalentador de su reino. Lo único que hizo durante sus días de suplicio fue redactar su testamento y esperar a que su esposo mejorara la mala situación dinástica. A su muerte, ocurrida el 26 de noviembre de 1504, el trono castellano pasó a su hija Juana I de Castilla, madre del posterior rey y emperador Carlos. Su cuerpo fue sepultado en la Capilla Real de Granada.