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Historia

Historia del Socialismo

Socialismo
Dominio Público

Historia del Socialismo

El socialismo se levanta contra el capitalismo como un sistema político, económico y social en el cual todos los participantes de la sociedad dominan los medios de producción para el bienestar general. El concepto fue utilizado por primera vez en la historia por el clérigo italiano Ferdinando Facchinei, quien en 1766 lo usó para referirse a quienes argumentaban que el contrato social era la base de toda organización social. Veinte años más tarde fue usada de nuevo la palabra socialismo con esta acepción por el igualmente italiano Appiano Buonafede. No obstante, no fue sino hasta 1833 cuando Pierre Leroux definió en la Revue Encyclopédique el término socialismo con un significado más cercano al que hoy conocemos. Así, Leroux opone socialismo a individualismo, entendiendo por este último como el resultado de una libertad sin límites. Por el contrario, entendía el socialismo como algo que iba más allá de un grupo de personas preocupadas por las reformas sociales y que, en su lugar, se trataba de una doctrina que recuperaba la fórmula de la revolución francesa (liberté, égalité et fraternité) y buscaba aplicarla a las sociedades sin sacrificar ninguno de sus elementos. Pese a que Leroux veía al socialismo también como una exageración del amor humano por la asociación con sus congéneres, la gente lo consideraba como un socialista; e incluso él mismo admitió sentirse como tal. Así, nació el concepto de socialismo como lo entendemos actualmente. A estas primeras definiciones, se agregaron los aportes de Robert Owen y Henri de Saint-Simon, así como los expuestos por Louis Reybaud en su libro Socialistas modernos, en el que hablaba de Charles Fourier y de los ya citados Owen y Saint-Simon.

Una década después a la aparición de “socialismo” y de “socialista” como conceptos, aparecieron los de “comunismo” y “comunista”. Estos tuvieron gran difusión luego de que Jean-Jacques Pillot y Étienne Cabet organizaran un banquete para mil personas, en su mayoría trabajadores, en el que se abogó por una igualdad verdadera a partir de reformas más allá de las solamente políticas. Poco tiempo después, la palabra comunismo se hizo más popular debido a la publicación de Lorenz von Stein, El socialismo y el comunismo en la Francia de hoy, por lo que autores como Wilhelm Weitling y August Becker comenzaron a emplearlo. De esta forma, el concepto de “comunismo” fue confundiéndose poco a poco con el de “socialismo”. No obstante, ambos términos guardaban ciertas diferencias. El pensador Jean Bruhat entendía que dicha diferencia radicaba en que el comunismo necesitaba conquistar el Estado mediante la revolución para así liberar al hombre, pues era imposible conseguir tal libertad en el actual régimen social y económico. Por su parte, el socialismo era menos radical e indeciso a la hora de proponer caminos para los ideales que buscaban. Por esta diferencia, Friedrich Engels y Karl Marx prefirieron el término comunismo y fundaron la Liga de los comunistas en 1847, ya que buscaban una revolución obrera a partir de los mismos obreros y no, como lo buscaban los socialistas, en las clases instruidas o gobernantes.

No obstante, la confusión entre ambas palabras y sus significados continuó con el tiempo, entendiendo que al final ambas buscaban la abolición de las clases sociales, el bien común y la igualdad social.

Con los trabajos de Marx y Engels, surgió entonces el comunismo marxista, que se dividió en dos ramas: los marxistas y los anarquistas. Diferenciándose los últimos de los primeros en que estos buscaban anular cualquier control social o cualquier forma de organización, mientras que los marxistas buscaban un Estado que abogara por la igualdad. Más tarde, algunos de los ideales del comunismo serían por fin aplicados con la Revolución rusa, en la que Vladimir Lenin fundó el primer Estado comunista, al que le siguieron, luego de la consolidación de la Unión Soviética y del fin de la Segunda Guerra Mundial, estados como la República Popular de Albania, la República Democrática Alemana, la República Popular de Bulgaria, la República Socialista de Checoslovaquia, la República de Hungría, la República de Polonia y la República Socialista de Rumania, además de países en Latinoamérica, como la República de Cuba y la República Bolivariana de Venezuela, y países asiáticos como Corea del Norte y la República Popular China.

Dado que la organización de estados comunistas atentaba contra la globalización, y como su sistema político, social y económico era, en muchos casos, diametralmente opuesto al de los países capitalistas, se dio una gran tensión entre unos y otros, especialmente entra Estados Unidos y la Unión Soviética. Es así como después de la Segunda Guerra Mundial ocurrió la Guerra Fría, que fue un periodo de constante tensión entre dos ejes conformados por países que no sólo eran potencias militares, sino potencias nucleares. No obstante, luego de varios episodios de enfrentamiento estratégico, de intromisión en la política de otros países, de la Guerra de Corea, la Guerra de Vietnam y los misiles de Cuba, la URSS se disolvió y el conflicto nunca ocurrió. Actualmente, siguen existiendo países con políticas comunistas, como Venezuela, Cuba y Corea del Norte, y partidos socialistas dentro de varios países alrededor del mundo.

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