Historia
Constantino I
Biografía de Constantino I
Flavio Valerio Aurelio Constantino, más conocido como Constantino I el Grande, nació en Naissus, actual Serbia, aproximadamente el 27 de febrero del año 272, y murió en Nicomedia, reino de Bitinia y Ponto, el 22 de mayo del 337. Fue uno de los emperadores romanos de Occidente, nombrado por sus mismas tropas, y es reconocido en la historia por haber establecido la religión cristiana en el Imperio, por lo que es llamado san Constantino por algunas instituciones eclesiásticas.
Constantino era hijo de Constancio Cloro y Flavia Julia Helena, sin embargo su padre luego se casaría con la hija del emperador Maximiano, Flavia Maximiana Teodora. Por lo cual le fue fácil a Cloro ser designado como uno de los dos césares de la tetrarquía impuesta en el siglo IV, junto a Galerio. Gracias a esto, Constantino pasó a servir en la corte de Diocleciano en la ciudad de Nicomedia para el año 293. Más tarde, para el 305, los dos augustos de la tetrarquía, Diocleciano y Maximiano, renunciaron a sus cargos. Entonces los dos césares, entre ellos su padre, pasaron al cargo de augustos mientras dos oficiales ilirios pasaron a ser los césares. Sin embargo, su padre se enfermaría gravemente en la expedición que estaba realizando el Imperio en los pictos de Caledonia. Constantino, que también se encontraba en la expedición, lo acompañó hasta el día de su muerte, el 25 de julio del año 306. Luego de esto, las legiones de su padre, comandadas por el general alemán Chroco, nombraron a Constantino como augusto. La noticia llegó al resto del Imperio rápidamente, donde fue aprobada por las comunidades de Galia y de Britania, pero no por la de Hispania. Debido a esto, y al nombramiento de Galerio como césar por par parte de Severo II, volvió al escenario político Majencio, hijo de Maximiano, para reclamar poderes iguales a los de su padre.
Es así como se inician 20 años de guerra, en los que al final morirá Severo al ser traicionado por sus mismos hombres, cansados de no poder derrotar a la alianza pactada entre Maximiano y Constantino. Pero esto no solucionará la situación política del Imperio, sino que la agravaría al llegar a tener 4 augustos, Constantino, Maximiano, Galerio y Majencio, y hasta siete para el año 310, donde entraron Maximino, Licinio y Domicio Alejandro al poder. Esto se debía a que los gobernantes ya no eran elegidos por el senado, sino que eran proclamados por sus ejércitos. Así, se inició un periodo de conspiraciones y pequeñas guerras entre los hombres de uno y otro, que fue acabando poco a poco con los demás dirigentes. Por ejemplo, Majencio mandó a asesinar a Dominicio Alejandro; Maximiano prefirió suicidarse ante el constante asedio de Constantino; y aunque Galerio murió debido a su edad, esto dio oportunidad a que los otros tres augustos pudieran quitarle el poder a Majencio, quien terminaría derrotado a manos de Constantino el 28 de octubre del 312 en la batalla del Puente Milvio. Más tarde, Maximinio resistiría a la alianza entre Constantino y Licinio hasta la batalla de Tzirallum, donde viéndose superado prefirió suicidarse en el 313. Gracias a esto, comenzaría un gobierno de Diarquía, en el que Constantino y Licinio se enfrentaron al comienzo para luego dividirse el imperio tras un acuerdo mutuo de paz firmado en Serdica, para el 317. Pero esto no era suficiente para Constantino, por lo que decidió volver al ataque, venciendo al Ejército de su rival en la batalla del Helesponto y consagrándose único emperador tras ultimar a los hombres de Licinio en Crisópolis.
Es así como se da inicio a un gobierno donde se reformarían las leyes, se reestructuraría el Ejército, se revolucionaría el sistema monetario y se reconfiguraría la Corte. Después de salir victorioso de la batalla del Puente Milvio, Constantino se convirtió al cristianismo como una forma de agradecimiento, también tras ser convencido por varios de sus familiares que ya pertenecían a la religión, entre ellos su madre. Viendo el incremento en el número de cristianos en su Imperio, y siéndolo él mismo, Constantino decidió legitimar al cristianismo como la religión de la Nación luego del Primer Concilio de Nicea en el 325. Luego de esto, Constantino comenzó a perseguir a los paganos, destruyendo sus templos, como los dedicados a Asclepio, Afrodita y Arteisa. Asimismo, cambiaría la capital del Imperio romano de Occidente a Bizancio, que más tarde renombraría como Constantinopla.
Finalmente, antes de emprender otra de sus múltiples campañas, Constantino enfermó gravemente. Poco después, tras ser bautizado en su lecho de muerte, cerró los ojos en el año 337, siendo sucedido en el trono por sus tres hijos: Constante, Constancio II y Constantino II. Por sus contribuciones a la expansión de la religión cristiana, Constantino sería venerado como santo por la Iglesia Ortodoxa poco tiempo después, que además le daría el título de Quiapostólico. Igualmente, sería venerado por las iglesias católicas orientales, y agregado al Calendario de Santos de Lutero.