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Urbano II

Biografía de Urbano II
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Biografía de Urbano II

Urbano II (1042 – 29 de julio de 1099) Papa impulsador de las Cruzadas. Odón de Chantillón, nombre de bautizo, nació en Chantillón Sur Mane, Francia. Procedente de la nobleza francesa. Abrazó tempranamente la vocación eclesiástica, cursando estudios en Reims, posteriormente se incorporó a los benedictinos y se integró a la Orden de Cluny.

Ejerció el rol de prior del monasterio benedictino de Cluny a partir de 1073. Su vida eclesiástica empezó a ser más sólida, desempeñando importantes cargos, como Archidiácono de Reims.  Al terminar el cargo de prior fue solicitado junto a otros monjes, por Gregorio VII,  para trasladarse a  Roma para cumplir sus deberes eclesiásticos. Al paso del tiempo, su buen trabajo hizo que Gregorio VII le nombrara obispo cardenal de Ostia y en el año 1084 fue delegado, consejero y asistente principal del pontífice en Alemania. Urbano II sentía una admiración extrema por Gregorio VII, leía todos sus discursos y lo escuchaba atentamente en cada intervención, además fue su apoyo en la dura tarea de reformar la Iglesia. Desde 1083, y durante dos años, ejerció funciones diplomáticas en Francia y Alemania, donde fue puesto preso por Enrique IV.

El 25 de febrero de 1080, Clemente III fue designado Papa por el emperador Enrique IV, del Imperio Romano Germánico. Este nombramiento, violaba tajantemente las reglas de la iglesia, convirtiendo al designado en el antipapa. Este acto desató la conocida querella de las investiduras, conflicto en el que básicamente la Iglesia protestó contra el nombramiento de los obispos y papas por el emperador, exigiendo autonomía para poder elegir a sus miembros desde su propia institución. En el Dictatus papae de 1075 podemos encontrar el sustento de las acciones de Gregorio VII, defendiendo la idea que sólo el papa podía designar y deponer a los obispos como cabeza de la Iglesia; y llevó su autoritarismo al defender que también concernía al papa la designación de los reyes, por tener éstos un poder delegado de Dios. Pero esto no fue respetado, durante el reinado de Enrique V, en donde el conflicto entre las partes se intensificó.

Gregorio VII permaneció bajo asedio en el castillo de Sant’Angelo hasta que los normandos de Sicilia lo rescataron, tiempo después del rescate Gregorio VII, fallece. Decaía así el intento de imponer el Papado sobre los dominios seculares, aunque la misma política sería sostenida por su sucesor y admirador, Urbano II.  El día 12 de marzo del año 1088, fue elegido por voto unánime asumiendo por nombre, el de Urbano II, y prometiendo una continuación de la política de Gregorio VII, su tan ejemplar antecesor.

Se convirtió en el primer papa cluniacense. Durante los primeros seis años de su pontificado no pudo entrar a Roma a causa de la presencia del antipapa Clemente III, impuesto por Enrique IV, el emperador del Sacro Imperio. La estabilidad del país estaba en caos, y Roma se hallaba asediada militarmente. Así que tuvo que ejercer su labor papal al margen de Roma. Además, excomulgó a Felipe I, por repudiar a su esposa y apoyó a san Anselmo de Canterbury contra el rey Guillermo II de Inglaterra. Recordó los decretos contra la simonía, prohibió la obligación de los eclesiásticos de prestar juramento de fidelidad a los laicos, el concubinato de los clérigos y la investidura eclesiástica a cargo de laicos.

Mientras intentaban penetrar a Roma fue hecho prisionero por el Emperador Enrique IV, pero fue pronto liberado. Se desplazó a Sajonia en donde  depuso a quienes el papa había condenado en vida. Celebró un gran sínodo en Quedlimburgo, en el cual el antipapa, Guiberto de Ravenna y sus partidarios fueron condenados de nombre.

Urbano II ha sido reconocido por impulsar las cruzadas, en este sentido, para 1095 reunió un concilio en Clermont, en el que emitió un discurso estimulando a todos los cristianos a reconquistar los lugares sagrados de Palestina en manos de los turcos, pactando como estímulo la concesión de indulgencias y ventajas económicas por ganar un territorio productivo y pobremente poblado para la religión católica. Desde este momento la guerra santa contra el islam fue su bandera.

Urbano II, refugiado en la Isla de San Bartolomé, se dispuso ocupar su lugar en Roma, usurpado por Clemente III, acompañado del ejército normando, quienes consiguieron reivindicar el puesto de Urbano II, luego de sangrientas luchas. Tanto el emperador como el antipapa fueron excomulgados, aunque la guerra contra ellos no cesó.

Después de varios años de batallas, de asaltos, de tratados, de traiciones, de fallecimientos, de enfermedades, de conquistas… los cruzados consiguieron conquistar Jerusalén el 15 de julio de 1099. Pero Urbano no vivió para conocer la noticia de este acontecimiento. Murió refugiado en la casa de Pierleone, el 29 de julio de 1099. Sus restos no pudieron ser sepultados en la Lateranense porque los seguidores de Guiberto aún permanecían en la ciudad, por ello fueron llevados a la cripta de San Pedro donde se sepultaron cerca a la tumba de Adriano I.

Urbano II reviste relevancia en la historia de la Iglesia católica y también en la historia universal, aunque su fiesta nunca ha sido extendida mundialmente.  Su labor como papa fue importante, en el ábside del oratorio del Palacio de Letrán está la figura de Urbano II, acompañado de la leyenda, sanctus Urbanus secundus, la cabeza está coronada por una nube cuadrada y se encuentra a los pies de Nuestra Señora. El acto formal de su beatificación tuvo lugar en el pontificado de León XIII.

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