Rosalind Franklin (25 de julio de 1920 – 16 de abril de 1958) Nació en Londres, Inglaterra. Su padre Ellis Franklin de ascendencia polaca fue un gran negociante. Por otro lado su madre, Muriel Walley, provenía de una familia judía religiosa y filantrópica dentro de los que se destacaron profesores, intelectuales y parlamentarios. Vemos que, en ese sentido Rosalind creció en un ambiente de comodidades y lo más importante de cultura y conocimiento. Su educación básica la realizó en Nordland Place, situado al oeste de Londres. Después la enviaron a la Escuela Lindores para señoritas en Sussex y, más tarde, a St. Paul Girl School.
Fue en este lugar donde Rosalind pudo desarrollar sus habilidades científicas, ya que era de los pocos establecimientos donde enseñaban matemáticas, física y química. Además, aprendió alemán y francés. Durante las vacaciones aprovechaba para viajar por otros países europeos. Esto también fue muy beneficioso para ella porque logró conocer importantes personas que luego serían de inspiración o de apoyo para su carrera científica. Luego de aprobar el examen, entró en la Universidad de Cambridge. Allí conoció al espectroscopista William Charles Price, que luego fue uno de sus colaboradores en el King’s College.
Rosalind pasaba horas enteras en el Laboratorio Cavendish de la Universidad de Cambridge, este era un importante centro experimental fundado desde 1868 por este habían pasado los físicos más populares de principios del siglo XX. Rosalind luego de pedir un permiso para realizar estudios postdoctorales en el Laboratorio Cavendish, fue invitada a hacer parte del grupo liderado por Perutz y Kendrew estudiaba las macromoléculas, especialmente el ADN. En una de sus largas jornadas en el laboratorio conoció a Adrienne Weill, una refugiada francesa discípula de Marie Curie, esta joven ejerció una gran influencia en el camino científico de Rosalind.
Por otro lado, otro científico que fue clave para su desarrollo intelectual y profesional fue William Lawrence Bragg, ganador del Premio Nobel en 1915 junto a William Henry Bragg, su padre, por sus contribuciones a la cristalografía de rayos X. De ahí que Rosalind se interesara por la cristalografía y la difracción de los rayos X. esta joven ingeniosa decidió aplicar dicha técnica al estudio de la materia en poco tiempo se convirtió en una reputada especialista. Además de ser una reconocida científica también se le admiró por su filantropía y humanismo, claramente aprendido de su madre.
Mientras una parte de Europa vivía las consecuencias de las políticas de Adolf Hitler, ella decidió donar su dinero para ayudar a los refugiados alemanes que huyeron a Gran Bretaña. Cuando estaba en Noruega la guerra llegó a sus peores momentos, en ese sentido, la situación fue inestable y la mayoría de instituciones tuvieron que parar actividades. Retornó con dificultades a Inglaterra y logró terminar sus estudios doctorales en 1941 aunque recibió el título en 1947 porque las universidades no concedían títulos a las mujeres.
Durante la Segunda Guerra Mundial Rosalind estudió el carbón, comparó la densidad del helio y logró terminar su tesis de doctorado en 1945 esta se tituló La fisicoquímica de coloides orgánicos sólidos con referencia especial al carbón. Por un tiempo considerable decidió apartarse de los laboratorios y se dedicó a un voluntariado como guardia de ataques aéreos y organizó patrullas para salvaguardar el bienestar de las personas durante estos ataques. Ganó después una beca para el Laboratorio de Física y Química de la Universidad de Cambridge bajo la supervisión de Ronald George Wreyford Norrish, en este puesto no duró mucho porque se sintió insatisfecha con el trato que Norrish tenía con ella. Afortunadamente la Bristish Coal Utilisation Research Association, le ofreció una plaza.
Luego de que la guerra terminó marchó a París con el fin de tomar la beca postdoctoral ganada en el Laboratoire Central des Services Chimiques de l’Etat invitada por Jacques Mering. En esta etapa perfeccionó sus técnicas de cristalografía. Aprendió a aplicar el método a sustancias orgánicas. Básicamente tenía que aplicar un haz de rayos X a una estructura e imprimir luego una fotografía con todos los rayos que la han atravesado y que han sufrido una difracción por el objeto interpuesto. Esto permitió caracterizar muchos compuestos inorgánicos y estudiar su estructura detalladamente. También realizó varias publicaciones de sus trabajos.
A pesar de la difícil situación de las mujeres y la imposibilidad para surgir, Rosalind contó con éxito. Recibió una oferta para trabajar en el King’s College, de la Universidad de Londres. Luego hizo parte de la Unidad de Biofísica del Consejo de Investigación Médica que dirigía John Randall, creador del magnetrón, pieza básica del radar. Rosalind fue requerida para aportar en el estudio del ADN. En el desarrollo de la investigación Rosalind experimentó la discriminación por ser mujer, existía una sala de hombres para fumar, hablar y tomar el té, claramente ella no podía acceder.
Ahora bien, Rosalind realizó importantes aportes a la investigación, certificó la existencia de dos estados del ADN, la A (deshidrado o forma seca) y la B (hidratado o húmedo). Watson fue el miembro del grupo que mayor reconocimiento le dio a la labor. Continuando con los estudios, se afirmó que las dos formas estaban formadas por dos hélices. Esto fue explicado en tres trabajos. Los dos primeros aparecieron en Crystallographica en 1953. El tercero puso de manifiesto la significativa contribución de esta mujer al conocimiento de la estructura del ADN.
En 1953 Rosalind abandonó el King’s College y se trasladó al Birbeck College Rosalind donde creó su propio equipo apoyado por el Consejo de Investigación en Agricultura. Esta inteligente mujer aumentó su reconocimiento cuando colaboró con Aaron Klug en el tema de la cristalografía electrónica. A partir de este momento realizó importantes investigaciones. Años después, se encontraba escalando cuando fue víctima de unos dolores en el abdomen.
Rosalind acudió al médico y le detectaron cáncer, luego de eso estuvo en el hospital varios meses, al salir volvió a los laboratorios con mucho entusiasmo. Asumió el encargo de la Royal Society para llevar a cabo una Exposición Universal en Bruselas, pero falleció el día 16 de abril de 1958 sin poder llevar a cabo el encargo, su muerte fue muy dolida esta prometedora científica apenas tenía 37 años y una vida por delante, aseguraban.