Realeza

Luis XVI de Francia

Biografía de Luis XVI de Francia

Luis XVI (23 de agosto de 1754 – 21 de enero de 1793) rey de Francia y de Navarra y duque de Berry. Nació en Versalles, Francia. Heredero de Luis, delfín de Francia, y nieto de Luis XV. Luis fue criado por Marie Louise, condesa de Marsan y princesa de Rohan, quien se lo llevó al palacio de Bellevue, colmándolo de cuidados. A los seis años volvió a su núcleo familiar, varios hombres se encargaron de educarlo. Su padre sugirió reducir su tiempo de diversión y lo animó a ser un hombre trabajador y esforzado. En las únicas ocasiones en que podía desarrollarse como un joven era junto a su tía y madrina, la princesa María Adelaida.

Cuando su padre falleció en 1765 empezó a estudiar gracias al jesuita Berthier, estudió varias lenguas tales como, el latín, el italiano, el alemán y el inglés. ​ El duque de La Vauguyon era consciente de que debía prepararle para que fuera el siguiente revitalizador de la monarquía, que se encontraba muy debilitada. Realmente, Luis XVI fue considerado un iluminado porque manejaba amplios temas como la lógica, la gramática, la retórica, la geometría y la astronomía. Estuvo muy influenciado por Montesquieu, de quien aprendió una concepción moderna de la monarquía, despojada del derecho divino.

Posteriormente, en 1770 se casó con la hija de la emperatriz de Austria, la archiduquesa María Antonieta, con quien tuvo cuatro hijos. Realmente, esta unión resultó ser un tanto negativa para los designios políticos de la corte porque Luis XVI

tuvo un carácter muy débil; se dejó influenciar por la reina y por una camarilla de cortesanos. Ahora bien, cuando Luis ocupó al trono, el país afrontaba una dura situación al estar empobrecido y endeudado, y los franceses debían pagar elevados impuestos, lo que aumentó la miseria y desigualdad entre el pueblo y la nobleza. Ante ello, después de su coronación, ordenó con la ayuda de un gabinete de políticos la reducción de algunas de las contribuciones más gravosas y modificó el sistema financiero y judicial.

También adelantó una serie de reformas económicas liberales, por medio de sus ministros Anne-Robert Jacques Turgot, Guillaume de Malesherbes y Jacques Necker, para reducir el déficit público, pero esto fue un duro golpe con los intereses de la nobleza. En política exterior, Francia desempeñó un excelente papel en la guerra de Independencia norteamericana, llevada a cabo desde 1778 hasta 1783. En ese sentido, se desencadenó una crisis política interna a causa de la persistente resistencia de los privilegiados a la liberalización de la economía, lo anterior obligó a convocar los Estados Generales: un cuerpo legislativo que no tenía actividad desde 1618 y que estaba formado por asambleas de representantes de los tres «estados» sociales: la nobleza, el clero y el pueblo, aunque en la práctica estaba lleno de miembros de la ascendente burguesía.

Presionado por la corte, Luis XVI puso todos sus ánimos para disolver por la fuerza la Asamblea Nacional. El 14 de julio de 1789, para proteger a la Asamblea de una inminente intervención del ejército real, las masas populares de París tomaron las armas y asaltaron la Bastilla. Claramente, a partir de ese momento estalló la Revolución Francesa. Tras el levantamiento de octubre de 1789, Luis XVI no tuvo otra opción que aceptar la Constitución de 1791, elaborada por la Asamblea Constituyente, entonces terminaba el absolutismo y Francia pasaba a tener una monarquía constitucional; con ello, vendría el establecimiento de la separación de poderes, un poder judicial independiente y una Asamblea Legislativa elegida por sufragio censitario. Sin embargo, Luis XVI pidió ayuda a los monarcas extranjeros para huir de Francia, pero fue capturado en Varennes el 21 de junio de 1791.

Como consecuencia se suspendió la postura del rey y surgió una aguda polémica entre las facciones revolucionarias sobre la conveniencia de mantener a Luis XVI en el trono. Restablecido poco después por la Asamblea, volvió a reinar, aunque sus poderes estaban completamente limitados, lo anterior permitió que su país llegará al estado de la anarquía. En 1792, tras el asalto al Palacio Real de las Tullerías, del que logró escapar, Luis XVI

fue suspendido definitivamente, juzgado por el delito de traición y condenado a morir en la guillotina el 21 enero de 1793 en la Plaza de la Revolución, actualmente Plaza de la Concordia; la misma suerte correría la reina María Antonieta, quien fue ejecutada meses después, específicamente el 16 de octubre de 1793.

La esposa del rey, en ocasiones ha sido acusada como la principal culpable de la bancarrota de la realeza por sus gustos lujosos y sus excentricidades, se dice que usaba harina para embellecer sus pelucas mientras los ciudadanos no tenían pan, también que gastaba el dinero del reino para comprar caros zapatos, pero no todo es cierto, realmente sus gustos y su actitud despilfarradora fueron uno de los tantos motivos por los cuales las arcas de la realeza quedaron en cero. Por cierto, debemos indicar que todos estos sucesos fueron los que dieron paso al estallido de la Revolución Francesa.