Criminales

Luis Alfredo Garavito

Biografía de Luis Alfredo Garavito

Luis Alfredo Garavito Cubillos (25 de enero de 1957 – 12 de octubre del 2023), conocido como “El Monstruo de Génova” o “La Bestia”, fue un asesino serial e infanticida, oriundo de Génova, Quindío, Colombia. Su historia es trágica y perturbadora, marcada por una serie de crímenes atroces que estremecieron a la sociedad colombiana.

 

¿Quién era Garavito?

Vida

Luis Alfredo Garavito Cubillos, conocido como “El Monstruo de Génova” o “La Bestia” (entre otros sobrenombres más), fue un asesino serial colombiano. Era el mayor de los siete hijos de Manuel Antonio Garavito y Rosa Delia Cubillos. Creció en un entorno familiar difícil y violento debido a su padre, un hombre alcohólico y abusivo, y su madre, quien brindó poco cuidado y cariño en su infancia.

La familia Garavito Cubillos se vio obligada a mudarse de su pueblo natal al corregimiento de Ceilán debido al conflicto armado. Su infancia fue difícil: vivió en condiciones precarias, fue víctima de abuso sexual y bullying, lo que pudo haber influido en su comportamiento criminal posterior.

Estudió hasta quinto grado en el Instituto Agrícola, pero a su pesar tuvo que abandonar la escuela debido a sus dificultades de aprendizaje y a la insistencia de su padre para que trabajara. Otra de las imposiciones de su padre fue prohibirle a Garavito tener pareja y amistades.

Créditos: Archivos El Tiempo

Garavito tuvo una infancia problemática en la que abusó sexualmente de sus hermanos menores, sugiriéndoles dormir sin ropa junto a él, en la cama que compartían. Luego, todo se agravó cuando empezó a tocarlos de manera indebida. Se alega que abusó de otro niño.

En su pasado, experimentó agresiones y abuso sexual por parte de un vecino en Trujillo. En 1972, intentó tener relaciones sexuales con mujeres sin que se concretara. Ese mismo año fue echado de su hogar por intentar abusar de un niño de 5 años y haber sido sorprendido por su madre Rosa Delia. Durante su juventud, tuvo empleos temporales y se involucró en actividades engañosas, como hacerse pasar por brujo y crear una falsa fundación para obtener dinero de personas ingenuas y estar cerca de menores de edad.

Garavito comenzó su carrera laboral como asistente en una caja de compensación y luego en una cadena de tiendas. Sin embargo, tuvo problemas con colegas, clientes y jefes que derivaron en enfrentamientos físicos. Después de perder su trabajo, se convirtió en vendedor ambulante; en su juventud, aspiró a ser sacerdote, pero optó por usar una sotana para engañar a la gente y obtener dinero mientras viajaba por diferentes pueblos. En su ámbito sentimental tuvo relaciones primeramente platónicas con diversas mujeres a lo largo de adultez. En 1973, se enamoró de Luz María Ocampo, una maestra de escuela y madre soltera.

Ese mismo año fue arrestado en la ciudad de Bogotá por intentar abusar de un niño de 6 años en una estación de tren. Su padre no se enojó por el abuso, sino porque los niños eran varones y Garavito tenía inclinaciones homosexuales, lo que lo llevó a ser expulsado de casa por segunda vez.

Estuvo relacionado con varias mujeres, pero debido a su personalidad, vicios, inclinaciones y disfunción eréctil se notaron afectados. En sus momentos de embriaguez, Garavito exhibía comportamientos censurables, mostrándose posesivo y celoso, y llevando a cabo acciones repulsivas, como abusar sexualmente de ellas.

Con el tiempo, Garavito lidió con el alcoholismo y se unió a Alcohólicos Anónimos en 1978. Durante su transformación espiritual hacia la fe pentecostal, trabajó como dependiente en una tienda, donde volvió a encontrarse con su primera novia, Luz María. A pesar de su participación activa en servicios religiosos con gestos de arrepentimiento, también encontraba tiempo para actividades menos virtuosas, como contratar trabajadoras sexuales menores de edad en el parque Valencia.

La vida de Garavito dio un siniestro vuelco cuando, a fines de los 90 e inicios de los 2000, inició una serie de atroces crímenes. Recorriendo diversos municipios y departamentos de Colombia, y extendiendo su macabra influencia hasta Ecuador, se estima que llegó a visitar 69 municipios en total.

 

Crímenes y modus operandi de Garavito

Durante su transición de la adolescencia a la adultez, Garavito experimentó síntomas de psicosis, paranoia y depresión. En este período, comenzó a relacionarse de manera inusual con niños y niñas, abusando sexualmente de ellos y desarrollando una preocupante preferencia, en su mayoría, por aquellos en la etapa de la pubertad.

La vida de Garavito tomó un rumbo fatal cuando, a finales de la década de 1990 y principios de la década de 2000, comenzó a perpetrar una serie de horrendos crímenes. Se le imputan más de 200 asesinatos de infantes, aunque se sospecha que la cifra real podría ser aún mayor. Sus víctimas eran mayormente niños de edades comprendidas entre los 6 y 16 años. Garavito utilizaba una variedad de disfraces y estrategias para ganarse la confianza de los niños antes de secuestrarlos, entablar conversación con ellos y, de manera devastadora, acabar con sus vidas. Adoptaba identidades como la de sacerdote, vendedor ambulante, discapacitado, indigente, entre otras. En diversas ocasiones, también se hacía llamar Alfredo Salazar.

Créditos: Tomada de la web

Sus atroces crímenes se extendieron por diversas regiones de Colombia y algunos lugares en Ecuador, complicando la identificación y aprehensión del asesino en serie. La brutalidad de sus acciones y la indefensión de sus víctimas conmocionaron a la sociedad colombiana, desencadenando una vigorosa búsqueda por parte de la policía. Su modus operandi se centraba principalmente en identificar a su futura víctima, atraerla mediante engaños y luego trasladarla a alguna zona apartada. Después, les intimidaba con un cuchillo o destornillador, mientras empezaba a hacerle vejámenes: abusaba sexualmente de los menores de edad, en el acto procedía a morderlos, hacerles daño físico y amenazarlos. Finalmente le hacía una cortada profunda el pecho o el vientre para que se desangraran, e incluso en otras ocasiones prefería mutilar, desmembrar o degollar a la víctima.

En cada uno de sus viajes, Garavito adoptaba variadas identidades, simulando distintas profesiones con el objetivo de acercarse fácilmente a sus futuras víctimas y ganarse la confianza de los ciudadanos. Siempre llevaba consigo un diario detallado en el que registraba meticulosamente sus desplazamientos, lugares de hospedaje y dejaba un número aparentemente insignificante. En un principio, los investigadores creían que esos números eran simples cuentas, pero el asesino confesó que correspondían a la edad de sus víctimas.

Créditos: Q’hubo Ibagué

 

 

Este mismo cuaderno contenía escalofriantes cuentas, donde cada línea representaba un menor asesinado. Conjuntamente, Garavito guardaba cuidadosamente recortes de noticias relacionadas con las desapariciones de los niños tras cometer sus crímenes. Al momento de su captura, se encontraron entre sus pertenencias tickets de hoteles, recibos de taxis y autobuses, e incluso mechones de cabello de los niños abusados. En su residencia, los investigadores hallaron un perturbador calendario en el que marcaba las fechas de sus horribles crímenes.

En sus diversas declaraciones, Garavito atribuyó todas sus acciones al diablo, sugiriendo que fue instigado por fuerzas malignas a cometer las atrocidades. Además, a pesar de las pruebas y los testimonios de víctimas supervivientes, negó vehementemente las violaciones. Según su versión, su primer homicidio ocurrió cuando el diablo supuestamente tomó posesión de su cuerpo, momento en el cual viajó a Jamundí y perpetró el asesinato del primer niño.

Primer homicidio de Garavito

Para octubre de 1992, Luis Alfredo Garavito llegó desde Cali hasta Jamundí, Valle del Cauca, lugar donde daría el primer paso que marcaría el inicio de una serie de crímenes. Su primera víctima fue Juan Carlos, un niño que se encontraba en un parque, ajeno a lo que sucedería. El menor, con la idea de ir a donde su madre, emprende una caminata, corriendo con la desgracia de pasar frente a Luis Alfredo, quien no desaprovechó la oportunidad y comenzó a acecharlo. Después de comprar un cuchillo, licor y una cuerda, Garavito engañó al pequeño Juan Carlos, llevándolo a un establo donde abusó de él y terminó con su vida. Este incidente marcó el inicio de una serie de atrocidades perpetradas por este asesino serial en diferentes regiones de Colombia.

 

 

Perfil psicológico de Garavito

Era un hábil manipulador que, en numerosas entrevistas, decía lo que la audiencia quería escuchar. Simulaba arrepentimiento y aceptación de sus acciones, aunque solía esquivar la responsabilidad. Un ejemplo de esto se evidenció en una entrevista en Testigo Directo. Cuando le mencionaron que tenía admiradores, su verdadera reacción quedó al descubierto gracias a una cámara GoPro oculta fuera del set. En ese momento, su rostro se iluminó y confirmó tener seguidores en Carolina del Norte y España. Sin embargo, cuando le volvieron a hablar sobre sus admiradores durante la entrevista formal, Luis Alfredo adoptó una expresión seria, lanzando una pregunta que desconcertó al entrevistador, en la que se cuestiona cómo alguien podría admirar a una persona como él.

Según algunos especialistas, su diagnóstico psiquiátrico es trastorno de personalidad antisocial y psicópata disocial. Garavito fue una persona narcisista, egocéntrica, megalómana, manipuladora e impulsiva.

Trastornos psicopatológicos, co-morbidos y parafilias:

  • Pedofilia
  • Sadismo
  • Necrofilia

También tiene un poco que ver su pasado, crianza y sucesos, por eso aquí están los factores endógenos y exógenos que se pueden considerar detonantes para su enfermedad mental:

Factores endógenos

  • Compulsividad sexual.
  • Homosexualidad reprimida.
  • Estados depresivos.
  • Problemas de ira.

Factores exógenos

  • Alcoholismo
  • La relación de sus padres y la carencia parental de ambos con sus hijos.
  • Problemas de crianza a causa de una familia disfuncional.
  • Víctima de abuso sexual.
  • Aislamiento, introversión y apatía.

 

Captura

Luis Alfredo Garavito fue finalmente arrestado el 22 de abril de 1999 en la ciudad de Villavicencio, Colombia. Previamente, Garavito había secuestrado a John Iván, un menor al que planeaba someter a abuso sexual y posteriormente asesinar. Un habitante de calle que se encontraba en las cercanías escuchó los angustiantes gritos de socorro de la víctima y se aproximó rápidamente. Al presenciar la escalofriante escena, intervino arrojando piedras hacia Garavito, forzándolo a salir corriendo del sitio. Este valiente ciudadano rescató al niño, quien logró llegar a un lugar seguro donde recibió ayuda y se alertó a la policía nacional.

La cooperación decidida de la comunidad, junto con las diligentes investigaciones policiales, condujo a la captura del asesino serial. La detención se llevó a cabo después de observar a Garavito salir de un campo abierto, momento en el cual el joven identificó al criminal como su agresor.

En octubre del mismo año, después de una exhaustiva indagatoria que abarcó aproximadamente 8-9 horas, Luis Alfredo Garavito Cubillos admitió su responsabilidad en los homicidios por los cuales fue interrogado. En los meses subsiguientes, el asesino proporcionó un relato detallado de la secuencia de los homicidios y ofreció información sobre las ubicaciones de los restos de los menores asesinados.

“Pido perdón a Dios, a ustedes y a todos aquellos a quienes yo haya hecho sufrir”.

Un plan que Garavito no logró ejecutar fue el de quitarse la vida en el momento de su captura. El asesino reveló que solía llevar consigo una pastilla de cianuro en su bolsillo, como medida extrema en caso de ser detenido. Sin embargo, al momento de su arresto, perdió dicha pastilla.

 

Sentencia y vida en la cárcel

A Garavito se le imputaron múltiples delitos, como: acto sexual violento, secuestro simple, acceso carnal violento, homicidio e incendio culposo, sumando un total de 48 condenas en Colombia. En el año 2001, Luis Alfredo Garavito recibió una sentencia sin precedentes de 1853 años y 9 días de cárcel, marcando la condena más extensa registrada en la historia de Colombia. No obstante, posteriormente esta pena fue conmutada a 40 años, como resultado de su cooperación en su caso y su buen comportamiento en prisión. Garavito cumplía su condena en la cárcel de Máxima y Mediana Seguridad de Valledupar, también conocida como La Tramacúa, hasta su fallecimiento.

En una entrevista, Garavito relató que al ingresar a la cárcel, experimentó la sensación de que el recinto estaba a punto de derrumbarse. La gran mayoría, si no todos, de los reclusos le dirigían insultos cargados de ira, mientras golpeaban los barrotes de sus celdas y arrojaban excreme hacia él. Se convirtió en el reo más custodiado, superando incluso a líderes paramilitares y narcotraficantes, debido a que muchos prisioneros deseaban poner fin a su vida. En una ocasión, reclusos de la celda contigua intentaron llegar hasta él a través de la pared para matarlo, pero fueron interceptados en el proceso.

 

Muerte

El 10 de marzo de 2020, Luis Alfredo Garavito recibió un diagnóstico desalentador, ya que padecía leucemia, una forma agresiva de cáncer en la sangre. Su lucha contra la enfermedad se vio agravada por la presencia de cáncer ocular, que afectó severamente su ojo izquierdo.

A partir de ese momento, Garavito enfrentó una batalla contra la salud que se tornó cada vez más difícil, siendo muy notable en su semblante. El 12 de octubre de 2023, a la 1:00 p.m., en la Clínica Nueva Santo Tomás del Caribe en Valledupar, se confirmó deceso de Luis Alfredo Garavito. Su fallecimiento se debió a las múltiples complicaciones de salud que enfrentaba, según los informes oficiales del INPEC. Con su partida, se extinguió la presencia de un depredador cuya existencia dejó una estela de horror inimaginable, teñida por la infamia y el sufrimiento.

Créditos: Especiales Pirry, RCN / Testigo Directo Editorial