Luca Giordano (18 de octubre de 1634 – 3 de enero de 1705) pintor. Nació en Nápoles, Italia. Su padre fue un pintor, de ahí que Luca haya iniciado su camino artístico bajo la influencia y dirección de su padre. Posteriormente, recibió una mejor formación pictórica en el taller de José de Ribera, artista español afincado en el reino napolitano cuyo estilo influyó en las primeras etapas de su pintura.
Desde sus inicios se destacó por su talento y el manejo de una técnica pictórica muy propia lleno de imaginación, fue un claro predecesor de los grandes decoradores venecianos del siglo siguiente. La influencia del español José de Ribera es perceptible en sus obras iniciales. Luego, su estilo presentó un cambio profundo tras estudiar las obras de El Veronés en Venecia y de Pietro da Cortona en Florencia y Roma, por ello su estilo se volcó hacia el decorativismo. Giordano desarrolló su obra en Nápoles y en otras ciudades italianas y españolas, en España fue pintor de la corte para el monarca Carlos II, en este país se conoció bajo el nombre de Lucas Jordán.
Realizó varios lienzos con escenas de la historia de Salomón y David, esta serie se conserva en el Museo del Prado y el Palacio Real de Madrid, también se conservan los frescos del palacio Medici-Riccardi y los de la capilla Corsini de la iglesia de Santa Maria del Carmine, reposan en Florencia; asimismo los de El Escorial, el madrileño Casón del Buen Retiro y la sacristía de la catedral de Toledo.
Su popularidad llegó rápido, para el año de 1654 era ya un pintor independiente realizó obras por encargo de grandes lienzos de la iglesia de San Pietro ad Aram. Su estilo para pintar, contenía tenebrismo, era además singular e indicaban su conocimiento del manejo del color de las escuelas romana y veneciana, así como de las composiciones de Rubens.
Se trasladó a Roma para aprender sobre la técnica de la pintura al fresco como discípulo de Pietro da Cortona. Su evolución estilística lo llevó progresivamente al naturalismo riberiano hacia creaciones más dinámicas y coloristas, se caracterizó por las pinceladas más ágiles y sueltas. Trabajó en varias capitales italianas, como Venecia (frescos de la iglesia de Santa Maria della Salute), Roma (frescos de la iglesia de Santa Maria in Campitelli) o Bérgamo, pero su actividad principal siguió centrada en Nápoles. En 1677 inició una de sus obras emblemáticas, la decoración de la abadía de Montecassino (Italia), y en 1682 pintó distintas obras en Florencia para la iglesia del Carmine y para el Palacio Médici-Ricardi.
En varias ocasiones fue contactado por Felipe IV a Madrid. En varias ocasiones se rehusó a aceptar las invitaciones de la Corte española, pero en abril de 1692, durante el reinado de Carlos II, aceptó la oferta pues contenía una provechosa oferta económica. Además del buen salario, su familia asumió importantes cargos, tanto en España como en Nápoles. Entre 1692 y 1694 realizó varias pinturas de carácter simbólico, para la exaltación de la monarquía de los Austria, unas fueron ubicadas en las bóvedas de la iglesia y en la escalera imperial del monasterio de El Escorial. Luego de la muerte de Claudio Coello, se convirtió en el principal director de la decoración pictórica.
Mientras estuvo en Madrid, realizó diversos frescos para espacios como: la Capilla Real, la iglesia de San Antonio de los Portugueses, la iglesia de Nuestra Señora de Atocha, y el Casón del Buen Retiro. También atendió encargos para clientes particulares, y en estos se pueden percibir sus trabajos de amplia variedad temática. Su protector (el monarca Carlos II) falleció en 1700, por fortuna el cambio de dinastía no le privó ni de sus honores ni de sus numerosos encargos. Acompañó a Felipe V, en su viaje a Nápoles, ciudad en la que el pintor falleció tres años más tarde, específicamente el 3 de enero de 1705.
Se considera el el pintor más fecundo de todo el barroco y el que más pintura realizó en todos los géneros. Como decorador mural, empleando la técnica del fresco, su influencia fue tomada por Antonio Allegri da Correggio y otros artistas italianos, tales como Agostino y Annibale Carracci, Giovanni Lanfranco y Pietro da Cortona. Durante su vida demostró su dominio de la perspectiva y de los efectos ópticos, con gran sentido decorativo. Además de su capacidad inventiva, su control de los recursos técnicos y la rapidez de ejecución.
En las escuelas napolitana, veneciana y florentina del settecento, también en fresquista como Antonio Palomino y en pintores madrileños de los primeros años del siglo XVIII, recibieron fuerte influencia de su estilo. Luego, la estética neoclásica desdeñó su obra. Actualmente, se ha revalorizado su obra por el dinamismo y los valores pictóricos que esta contiene. Muchas personas hoy visitan el Museo del Prado (Madrid) para deleitarse con su arte.