Juan Donoso Cortés, Primer marqués de Valdegamas (6 de mayo de 1809- 3 de mayo de 1853) fue un filósofo, político y literato español. Famoso autor de Memoria actual de la monarquía, donde defendió un institucionalismo moderado similar al de la Carta Otorgada francesa. Estudió Derecho en las universidades de Salamanca y Sevilla antes de instalarse en Madrid en 1832. En Madrid, escribió su famosa obra y dio comienzo a una intensa actividad periodística, influido por liberalismo doctrinario de Royer-Collard, así como otras figuras de la Restauración Francesa. Más tarde ingresó en la política en la secretaria de Estado y en 1836 fue secretario del gabinete y de la presidencia del Consejo. Posteriormente fue diputado por Cadiz y Bajadoz.
Donoso Cortés nació el 6 de mayo de 1809 en Valle de la Serena, Badajoz, en el seno de una familia acomodada. Su nombre de nacimiento era Juan Francisco María de la Salud Donoso Cortés y Fernández Canedo. Donoso gozó de una buena educación gracias a la fortuna familiar. La primaria la estudió en casa con un tutor traído por su padre desde Madrid. Posteriormente, se trasladó a Trujillo y con once años inició su formación liberal en la Universidad de Salamanca. Cuatro años después comenzó la carrera de Jurisprudencia en la Universidad de Sevilla.
Gracias a su amigo, el poeta Manuel José Quintana, se introdujo en el ambiente literario de la ciudad, sus tertulias y cafés, lo que le llevó a componer algunos versos y un obra, que nunca llegó a ser estrenada. Finalizados sus estudios, en 1829, por mediación de amigo obtuvo la cátedra de Estética y Literatura en el Colegio de Cáceres. En Cáceres, contrajo matrimonio en 1830 con Teresa García Carrasco, la hermana del futuro primer conde de Santa Olalla, Juan José García-Carrasco y Gómez-Benítez.
En 1832, Donoso se instaló en Madrid, donde publicó Memoria sobre la situación actual de la monarquía, obra en la que promulgaba un institucionalismo moderado al estilo de la Carta Constitucional francesa de 1814, también conocida como Carta Otorgada. En la memoria, Donoso refería directamente al rey Fernando VII de España, su preocupación por las sacudidas que había experimentado la Monarquía desde su llegada y el ambiente de tensión revolucionaria que atravesaba a España.
“Las leyes fundamentales de la Monarquía no pueden trasladarse nunca de una nación a otra, porque una nación no puede existir sino con los elementos que encierra dentro de sí misma. Cuando estas leyes son impuestas, y no nacidas espontáneamente en el pueblo que las debe obedecer, ellas son el germen más fecundo de todas las revoluciones.
Señor: España ha conservado siempre su esplendor porque no ha sido nunca gobernada con los principios de otros pueblos, y ha resistido a los embates del tiempo porque ha marchado apoyada de sus instituciones.”- Fragmento de Memoria sobre la monarquía”
Donoso no tardo mucho en iniciarse en la política, para 1833 ingresó en la Secretaría de Estado y del Ministerio de Gracia y Justicia. Tres años después fue secretario del gabinete y de la presidencia del Consejo. Con los años se opuso a las ideas progresistas, en especial tras el motín de La Granja en 1836 y la promulgación de la Constitución de 1837. Ese año, 1837, fue elegido diputado por Cadíz.
En 1840, antes de que fuese depuesta la reina María Cristina, Donoso marchó a Francia. No volvió a España hasta la caída del presidente Baldomero Espartero en 1843, cuando fue nombrado diputado por Badajoz, afiliado al Partido Moderado.
A su regreso apoyó a los isabelinos en la Primera Guerra Carlista y posteriormente participó en la reforma constitucional de Narváez en 1845. Su contacto con Francia determinó su evolución hacia una defensa del régimen tradicional. Fue famoso por este vuelco hacia la tradición, cuando en 1849 abjuró ante las Cortes de sus ideas liberales. Entonces, pronunció su Discurso sobre la Dictadura, una apología a un gobierno fuerte que incluía su teoría de la “dictadura del sable. En 1851 publicó Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, obra en el que expone que la secularización de la sociedad y el liberalismo derivan del orgullo humano y el castigo de este pecado no es otro que la revolución, evitable por medio de la sumisión al cristianismo y la Iglesia católica.
Sus ideas influyeron más tarde en Marcelino Menéndez y Pelayo, Juan Vázquez de Mella y José Antonio Primo de Rivera. Su obra sería elogiada por los pensadores políticos alemanes precursores del nazismo.
Fue nombrado Primer marqués de Valdegamas y embajador en París, donde murió el 3 de mayo de 1853.