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Escritores

Ignacio Manuel Altamirano

Biografía de Ignacio Manuel Altamirano
Cruces y Campa [Public domain], via Wikimedia Commons

Biografía de Ignacio Manuel Altamirano

Ignacio Manuel Altamirano Basilio (13 de noviembre de 1834-13 de febrero de 1893) Nació en Tixtla de Guerrero, México. Escritor y político mexicano, es considerado el padre de la literatura nacional, además de ser uno de los impulsores de la segunda generación romántica. Altamirano fue una de las figuras más influyentes del siglo XIX mexicano, por su participación en el círculo intelectual de la época, además de forma parte de los acontecimientos políticos que marcaron la historia de ese siglo, como la Revolución Ayutla (1854) y la Guerra de Reforma (1857-1861), entre otros. Posteriormente fue miembro del gobierno mexicano ejerciendo como Diplomático, Procurador y Cónsul en el exterior.

 

Familia y estudios de Ignacio Manuel Altamirano

Hijo de Francisco Altamirano y Gertrudis Basilio, familia de ascendencia indígena; su infancia la pasó rodeado de la cultura de su familia, sin hablar o escribir en castellano; en 1848 cuando su padre fue nombrado alcalde de Tixtla, acudió a la escuela de su ciudad natal, aprendiendo rápidamente la lengua, con el paso del tiempo destacó entre los mejores estudiantes, motivo por el cual recibió una beca para continuar sus estudios en Instituto Literario de Toluca. En el instituto conoció a Ignacio Ramírez, abogado, periodista y político conocido por el nombre de El Nigromante; Ramírez influyó profundamente en la formación de Altamirano. Durante este periodo Altamirano, estuvo encargado de la biblioteca del instituto, puesto que aprovechó al máximo, leyendo y ampliando en gran medida sus conocimientos.

Mientras asistía al instituto creó su primer periódico llamado Los Papachos, por esta publicación fue expulsado del instituto en 1852; tras la expulsión Altamirano se unió a Cómicos de la Lengua, compañía itinerante de teatro, en esta se desempeñaba como profesor de primeras letras y dramaturgo, mientras llevaba a cabo sus funciones viajó y conoció diversos lugares de México. Poco tiempo después se trasladó a Ciudad de México, en esta asistió al Colegio de San Juan de Letrán, en esta institución inició sus estudios de jurisprudencia, sin embargo, se retiró en 1854, año en el que estalló la Revolución Ayutla; al terminar el levantamiento contra Santa Anna, retoma la carrera, pero poco tiempo después vuelve a retirarse, debido al estallido de la Guerra de Reforma, enfrentamiento librado por los partidos Liberal y Conservador. Casi al finalizar la guerra retomó sus estudios de jurisprudencia, consiguiendo graduarse en 1859.

 

Trayectoria política

Tras licenciarse en derecho en 1859, fue elegido Diputado al Congreso de la Unión; en el trascurso de sus labores como diputado, Altamirano se destacó como uno de los mejores oradores entre los políticos de su tiempo. Paralelamente contrajo matrimonio con Margarita Pérez Gavilán, oriunda de Tixtla, ciudad natal del político. Altamirano adoptó a los hermanos de la joven, llamados Catalina, Palma, Guadalupe y Aurelio; no tuvo hijos biológicos con esta. Mientras trabajaba en el Congreso de la Unión, fue duro con los enemigos del bando conservador. En el trascurso de la década de 1860 luchó en contra de la intervención francesa (1862-1867), conflicto armado que estalló durante el gobierno de Benito Juárez, debido a que este decidió suspender el pago de la deuda externa.

Durante la guerra los conservadores del país propusieron el establecimiento de un segundo imperio, contando con el apoyo de Francia empezó esta campaña, de la cual salieron victoriosos en 1864, año en el que fue entronado Maximiliano de Habsburgo, el gobierno de este fue aceptado por el partido conservador y los católicos tradicionales del país, pero fue duramente criticada por los liberales, que veían en este gobierno todo lo que habían renegado, asimismo, representaba para estos un retroceso en el campaña por la libertad y la república. Altamirano hizo parte de los liberales que se enfrentaron al segundo imperio, por su participación en las batallas de Cuernavaca, Tierra Blanca y Querétaro, fue ascendido a Coronel en 1865. Los enfrentamientos se intensificaron y las tropas del bando republicano fueron ganando espacio, por este mismo periodo las tropas francesas empezaron retirarse dejando solo al emperador, que fue capturado en Querétaro; posteriormente fue fusilado en el Cerro de las Campanas.

Al ser restablecida la República en 1867, Altamirano continuó con su carrera como político y al mismo tiempo se desempeñó como escritor y docente. Con el apoyo del gobierno ocupó cargos como el de Magistrado, Presidente de la Suprema Corte de Justicia, oficial mayor en el Ministerio de Fomento y posteriormente, fue nombrado Cónsul en Barcelona, seguido, fue enviado como Cónsul en París; Altamirano ocupó estos puestos entre 1889 y 1890. Mientras trabajaba como político creó el periódico El Correo de México (1867), en compañía de su maestro, Ignacio Ramírez; en el periódico expuso su ideario político y romántico; dos años después, fundó la revista El Renacimiento, revista en torno a la cual confluían las figuras más importantes del circulo intelectual mexicano, específicamente literatos que, como Altamirano, buscaban renovar la literatura nacional.

Obra

Desde el establecimiento de la república en 1867, Altamirano, profundizó en su carrera como escritor, fundado el periódico El Correo de México y la revista El Renacimiento; posteriormente publicó la novela Clemencia (1868), esta obra es considerada la primera novela mexicana moderna; seguido salió Julia (1870), La Navidad en las montañas (1871) y Rimas (1871), libro en el cual describe los paisajes del México, que tanto amo de manera lírica. Tras la publicación de estos, realizó numerosos viajes por Europa, llegando a ocupar los consulados de Barcelona y Paris. Durante su estancia en Europa escribió su obra más destacada titulada, El Zarco (1901), novela en la que narró las aventuras del líder de la banda conocida como Los Plateados; esta obra fue publicada ocho años después de la muerte de Altamirano. Al terminar sus labores en Paris, se trasladó a Italia, país en el que falleció el 13 de febrero de 1893. Sus restos fueron incinerados y trasladados a México, como lo estipuló Altamirano; al llegar fueron depositados en la Rotonda de los Hombres Ilustres.

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