El Primer Imperio Mexicano nace en 1821 con la firma de los Tratados de Córdoba por medio de los cuales se declara la independencia mexicana y finaliza en 1823 a través del “Plan Casa Mata” y la instauración de la Primera República Federal. Durante estos dos años México y los territorios que antes se conocían como Nueva España a excepción de Santo Domingo, Cuba y las islas Filipinas, fueron regidos por una monarquía constitucional en cabeza de Agustín Cosme Damián de Iturbide y Arámburu, conocido como Agustín de Iturbide o Agustín I de México, militar y político.
Tras la lucha independentista se firmaron los tratados de Córdoba en los cual se establecía la independencia de los territorios que contenía la Nueva España, ahora bien, esta independencia era matizada pues aún era respetaba la autoridad española y se esperaba que algún descendiente monarca llevara el mando del imperio una vez establecido este, lo que es claramente estipulado en el “Plan Iguala” redactado el 24 de febrero de 1821. Al firmarse los Tratados de Córdoba, Iturbide es escogido como presi dente de la junta y posteriormente es nombrado presidente de la primera regencia del imperio, durante este tiempo se redacta el plan político de Iguala.
El Plan de Iguala o Plan de las Tres Garantías (el 24 de febrero de 1821) establecía tres puntos:
Después de redactado el plan, empezó a buscarse a la persona apropiada para ser el primer monarca mexicano, sin embargo, pocos querían asumir el cargo, puesto que serían mal vistos por el gobierno español, que aún no tenía noticias sobre la independencia de las colonias. Al no tener un monarca la junta envía una carta pidiéndole al rey de España Fernando VII, que enviara a alguno de sus familiares para que ocupara el puesto, sin embargo, Fernando VII, no reconoció la independencia de la Nueva España, por lo cual no accederían a gobernarla como estado independiente. Esta respuesta dio el empujón necesario para la postulación de Iturbide, este era apoyado por diversos sectores de la población, que estaba de acuerdo con el establecimiento de una monarquía constitucional bajo el mando de Iturbide, militar reconocido por sus habilidades en el campo de batalla e inteligencia.
En mayo de 1822 fueron llevadas a cabo numerosas marchas que pedían a Iturbide como Emperador, a las afueras del congreso miembros del ejército gritaban “Viva Agustín I, emperador de México”, poco tiempo después el congreso deliberó y votan, dando como resultado la proclamación de Iturbide como primer emperador de México, este gobernó hasta la disolución del imperio el 1 de febrero de 1823
Este modelo de gobierno fracasó por diversos motivos, entre estos se resalta la inestabilidad política del imperio, los escases de recursos económicos que dejo el largo periodo de guerras independentistas y el poco apoyo al modelo monárquico en los territorios de la Nueva España. Durante el gobierno de Iturbide existieron diversos problemas, puesto que la monarquía constitucional no era el único proyecto pensado por los intelectuales de la época, había tres corrientes: por un lado, estaba la corriente realista que esperaba el retorno de los españoles; seguida del proyecto monárquico constitucional independiente de Iturbide y por otro lado el modelo de gobierno republicano, de este fueron tomados los modelos centralista y federal; esta situación acarreo que el gobierno de Iturbide fuera inestable, con gran cantidad de levantamientos, al mismo tiempo, Iturbide se vio involucrado en una serie de enfrentamientos con el Congreso y la Cámara; este enfrentamiento llevo a la disolución de la cámara en manos de Iturbide, el cual nombró a 45 diputados de su bando para sustituirla.
El 1 de febrero de 1823, Antonio López de Santa Anna junto a Vicente Guerrero, Nicolás Bravo y algunos miembros del ejército que solían apoyar a Iturbide, entre otros se congregan en la localidad de Casa Mata, en donde redactan el plan por medio del cual pretendían reinstaurar el congreso y retirar el poder a Iturbide; el plan fue llevado a cabo las fuerzas de este ejercieron gran presión en el emperador, el cual abdica y se retira fuera del país; al salir vuelve a integrarse el Congreso y este proclama el fin del imperio, el poder pasó a la Junta en cabeza de Pedro Celestino Negrete, Nicolás Bravo y Guadalupe Victoria, los cuales el mismo año dan inicio a la Primera República Federal mexicana.