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Rigoberta Menchú

Biografía de Rigoberta Menchú
Foto: Jen / CC BY-SA 2.0

Biografía de Rigoberta Menchú

Rigoberta Menchú (9 de enero de 1959) líder indígena y política del Frente Amplio de Guatemala. Nació en villa de Uspantán, Quiché, Guatemala. Su padre, Vicente Menchú Pérez y su madre Juana Tum Kótoja, fueron dos indígenas muy respetados en su comunidad. Su padre fue un campesino indígena que luchó por la defensa de las tierras y los derechos de su pueblo y su madre era una indígena partera tradicional. Rigoberta experimentó las injusticias, discriminación, la miseria, y la explotación que vivía su comunidad y en general la mayoría de las comunidades indígenas de su país.

A los cinco años envés de ir a una escuela, solo había una y quedaba lejos de su casa, tuvo que ayudar a sus padres trabajando en una finca de café, en condiciones tan pésimas que ocasionaron la muerte de hermanos y varios amigos suyos. En cierto momento la comunidad sufrió graves episodios de represión por parte de terratenientes y miembros del ejército de Guatemala que pretendían apaciguar los levantamientos y protestas indígenas. Menchú siendo una niña empezó a cuestionar todo lo que veía, sufría y alcanzaba a comprender. Lo anterior fue clave para su proyecto de vida futura.

Otro evento que marcó su vida fue cuando uno de sus hermanos, siendo un adolescente, fue secuestrado y obligado a trabajar para los terratenientes que empleaban escuadrones a sueldo para arrebatar las tierras a los indígenas. En suma, su padre, murió con un grupo de treinta y ocho campesinos que se encerraron en la embajada de España en un acto de protesta, la policía incendió la embajada con los indígenas que estaban en su interior. Pocos meses después, su madre fue secuestrada, torturada y asesinada por grupos paramilitares.

Así que, cuando llegó a la juventud empezó a ser parte activa de las luchas reivindicativas de los pueblos indígenas y campesinos lo que le valió persecución política y el exilio. En 1978, fundó junto a otros colegas el CUC (Comité de Unidad Campesina) y también la RUOG (Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca), la que dirigió hasta 1992. Cuando estalló la Guerra civil de Guatemala (1962 – 1996), fue un momento muy tenso para ella y su pueblo, porque con el paso del tiempo los hechos violentos y las muertes de su gente iban en aumento. Definitivamente las dictaduras cometieron las más grandes atrocidades intentando sofocar la rebelión.

Las aldeas fueron destruidas, miles de campesinos e indígenas fueron asesinados, principalmente. Al igual que sindicalistas y estudiantes, numerosos periodistas que se encontraban en favor de las comunidades, connotados intelectuales y políticos, religiosos y religiosas. La situación llevó a que muchos indígenas y simpatizantes se unieron a las guerrillas guatemaltecas, entre ellas dos hermanas de Rigoberta. Pero, ella prefirió tomar el camino de la paz, la diplomacia y el dialogo.  En tal sentido, inició una campaña de denuncia del régimen guatemalteco y de la sistemática violación de los derechos humanos que afectaban las comunidades indígenas.

Menchú adoptó la ideología de la «teología de la liberación», muy popular en ese momento; ella misma personificaba el sufrimiento de su pueblo con notable dignidad e inteligencia, también se preocupó por denunciar la situación de la mujer indígena en Hispanoamérica. Claramente, lo anterior hizo que fuera blanco de críticas y de amenazas por parte de la dictadura de su país. La lidera indígena se vio obligada a exiliarse en México, donde en 1983, gracias a la admiración que muchos le tenían, se publicó su autobiografía, titulada Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia.

En este libro se relata su historia personal y la de su comunidad indígena. El libro fue publicado por la antropóloga Elizabeth Burgos; aquí también se narran aspectos reveladores acerca de las costumbres y tradiciones practicadas por los quichés. Menchú dio varias reflexiones sobre el proceso de transculturación al que han estado sometidos los pueblos indígenas.

Lo que se destaca de esta mujer, es que a pesar de su condición de opresión y de ser una mujer indígena golpeada por los flagelos de la discriminación, la injusticia y la miseria, entre otros. Rigoberta Menchú logró que su voz fuera escuchada en el mundo y consiguió ser escuchada en las Naciones Unidas. En 1988 regresó a Guatemala, con protección internacional, para continuar denunciando las injusticias. Sin embargo, la detuvieron en el aeropuerto y la obligaron a abandonar el país. Regresó nuevamente en 1991 como invitada a un congreso que reunió diversas comunidades indígenas de América.

La labor de Rigoberta Menchú fue reconocida con el premio Nobel de la Paz en 1992, esta decisión tuvo el respaldo de Desmond Tutu, Adolfo Pérez Esquivel y otras personalidades. Ese momento importante para el mundo y para su vida, y su comunidad coincidieron con los actos oficiales del quinto centenario del descubrimiento de América. Menchú expresó que esta celebración no debe ser celebrada sino recordada como un suceso histórico de dimensiones trágicas para los indios americanos. Fue la segunda guatemalteca y la primera mujer guatemalteca en recibir el galardón de la academia sueca. Con la dotación económica del premio, Rigoberta Menchú abrió, primero en México y luego en Guatemala, la fundación que lleva su nombre.

Gracias a su trabajo pudo ser mediadora en el proceso de paz entre el Gobierno y la guerrilla iniciado en los años posteriores, que culminó en el año 1996 con la firma de los acuerdos de paz. Después de la desmovilización del Ejército y de la guerrilla, trabajó activamente en la reinserción de los exiliados de la guerra a sus lugares de origen. En 1998 realizó la publicación de su libro titulado La nieta de los mayas, libro que es una herramienta para comprender la idiosincrasia indígena guatemalteca; ese mismo año fue galardonada con el premio Príncipe de Asturias.

En 2003 trabajo con la industria farmacéutica mexicana como presidenta de la compañía Salud para Todos, con la motivación de proveer medicinas genéricas a bajos precios. Sin embargo, su participación en este proyecto terminó en 2008. Simultáneamente, apoyó la labor y de la fundación Comparte. Que se enfoca en la educación, de miles de niños, teniendo como base la Cultura de Paz y la defensa de los derechos de los niños.  También promovió el decreto número 19-2003 que promulgó la Ley de Idiomas Nacionales, se reconoce a los 23 idiomas vernáculos guatemaltecos como «idiomas nacionales» con lo cual se autorizó la utilización de los idiomas en los diversos espacios de la sociedad.

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