Ciencias
Mario Molina
Biografía de Mario Molina
Mario Molina (19 de marzo de 1943) químico. Nació en Ciudad de México, México. Desde pequeño demostró su gusto y pasión por la investigación científica. Sus padres hacían lo posible por motivar su desarrollo cognitivo e intelectual, sus padres: Roberto Molina Pasquel y Leonor Henríquez Verdugo, le compraron un microscopio de juguete en donde Mario contemplaba todo lo que estuviera a su alcance, se dice que fue el juguete más especial que tuvo. Cuando fue más grande realizó varios experimentos en su casa, fue capaz de adecuar uno de los cuartos de su casa en un improvisado laboratorio, que llenó de armatostes para hacer experimentos.
Al terminar su educación básica decidió junto a sus padres estudiar en Europa, allí permaneció varios años, aunque retornó a su tierra natal con la intención de estudiar Ciencias Químicas en la Universidad nacional Autónoma de México en 1965, luego de graduarse comenzó sus estudios de postgrado en la Universidad de Friburgo, Alemania.
Además se dirigió a Estados Unidos, específicamente a California donde recibió la nacionalidad norteamericana y se doctoró en Física y Química en la Universidad de Bercley. Mientras estudió hizo parte del grupo de investigación del profesor George C: Pimentel; pionero en el desarrollo de la estructura molecular. Además, trabajó en el Jet Propulsion Laboratory, del Instituto de Tecnología de California. En 1972 Molina conoció a una persona clave en su desarrollo intelectual y también personal: el profesor Sherwood Rowland.
Juntos se pusieron como tarea la investigación acerca de las propiedades químicas del átomo en procesos radioactivos. Rowland ofreció a Molina una gran tutoría, le ofreció toda su experiencia y su amistad desinteresada, esto fue muy bien aprovechado por Molina. Por ejemplo, una de las investigaciones que realizaron juntos fue estudiar el destino de algunas partículas químicas inertes derivadas de procesos industriales: los clorofluorocarburos (CFC), acumulados en la atmósfera y cuyos efectos sobre el medioambiente habían sido obviados hasta ese momento.
Este trabajo le brindo la posibilidad a Molina de aprender sobre un campo químico en el que apenas se comenzaba a indagar, y que a la postre, se convertiría en un claro trampolín para iniciar el desarrollo de un nuevo campo de investigación. Rowland y Molina advirtieron que los CFC tenían una composición similar a otros que habían analizado previamente. Al estudiar su dinámica molecular, Molina y Rowland estuvieron familiarizados con sus propiedades químicas pero no con las atmosféricas. Después de varios meses de arduos estudios e investigaciones, desarrollaron la teoría de la reducción de la capa de ozono. Al principio el estudio no fue muy acogido, pero en el momento en que descubrieron que los átomos producidos por la descomposición de los CFCs destruían el ozono, la situación cambió.
Molina se convirtió en un científico renombrado por sus contribuciones al conocimiento de la estratosfera. Su labor de alertar a la humanidad sobre el riesgo que corre la capa de ozono debido a los clorofluorocarbonos presentes en aerosoles, refrigerantes y solventes, tanto de uso industrial como doméstico. Los dos científicos dieron ilustraciones sobre el proceso de adelgazamiento de la capa de ozono sobre la Antártida.
En 1974 decidieron divulgar sus teorías en un artículo publicado por la revista Nature. Aquí advirtieron sobre la importancia de la capa estratosfera, dicha capa protege a los seres vivos de los letales rayos ultravioleta provenientes del Sol. Sin embargo, sus advertencias fueron consideradas exageradas por algunos investigadores. Aunque muchos otros sectores si tomaron en serio dichas advertencias, ahora bien, muchas empresas e instituciones públicas y privadas comprometidas con el medio ambiente y el impacto que le podían generar decidieron contratar a Molina para que dictara conferencias y talleres en donde enseñara a tener mejores relaciones con el ambiente y la creación de productos menos nocivos. Pero en el mismo momento, poderosas compañías químicas, hicieron lo posible por desprestigiar las teorías de Molina y Rowland.
Esta fue una compleja lucha, finalmente en 1987 se firmó el Protocolo en Montreal: las naciones fabricantes de CFC debían detener la producción y utilizar otros compuestos menos perjudiciales para el ambiente. En 1995, la Real Academia Sueca le dio a Molina el premio Nobel de química por sus investigaciones de química atmosférica, en un acto de compañerismo y reconocimiento decidió compartir el galardón con Rowland y con el neerlandés Paul Crutzen del Instituto Max Planck de Química de Mainz, Alemania. Ya que el último había complementado de manera independiente los efectos destructivos sobre la capa de ozono de los óxidos de nitrógeno.
El mismo año recibieron, los tres científicos, un premio por parte del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (UNEP) por su contribución a la protección de la capa de ozono. Continuo con su trabajó en el Departamento de Ciencias Atmosféricas, Planetarias y de la Tierra del Instituto de Tecnología de Massachusetts. En suma, desde hacía un año se desarrollaba como miembro del comité asesor sobre asuntos de ciencia y tecnología del presidente Bill Clinton. Los reconocimientos no pararon allí, gracias a un artículo publicado en la revista Science que explicaba sus trabajos sobre la química del agujero de ozono en la Antártida y la medalla de la NASA recibió los premios Tyler y Essekeb, que concede la Asociación Americana para el avance de la Ciencia.
Molina fue encargado como asesor de la presidencia de Barack Obama para cuestiones del medio ambiente en el año 2008. Al poco tiempo asumió la presidencia de la Asociación Mares de México, dedicada a la conservación de los mares. Se han puesto a la tarea de emprender diversas campañas ecológicas para alertar a la humanidad sobre una de las causas más graves del deterioro ecológico: el agujero en la capa de ozono. Insisten en el cambio que muchas fábricas deben realizar al afectar el ambiente con las emisiones de ciertos gases que están generando efectos dañinos sobre la salud de los seres humanos.
Es evidente que el mexicano Mario Molina es, una de las figuras más representativas en la ciencia, ha sido un científico comprometido con la causa ambiental y no se ha dado por vencido ni ha callado su voz a pesar de poner en jaque a poderosas empresas que han tratado de cuestionar sus teorías. Molina ha sido responsable de un cambio de conciencia en muchas personas y también en el círculo científico. Sus estudios se han mostrado trascendentales para realizar acciones en pro de la protección de la capa de ozono y en contra de la contaminación.