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Manuela Beltrán

biografía de Manuela Beltrán
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Biografía de Manuela Beltrán

Manuela Beltrán (13 de marzo de 1724 – 16 de marzo de 1781) precursora de la Insurrección de los Comuneros (1781). Nació en Socorro, Santander, Virreinato de Nueva Granada. La historiografía colombiana del siglo XX la ubica como símbolo del nacionalismo pre-revolucionario y la primera heroína de la lucha emancipadora. Perteneció a una modesta familia, descendiente de españoles que manufacturaba tabacos. Sus padres le enseñaron a leer y escribir, esta fue una herramienta clave para crear una consciencia libertaria. Escribió un edicto sobre los nuevos tributos notificados por el Visitador-Regente Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres, quien ordenó el aumento de los impuestos en el Socorro.

La figura del Visitador-Regente; era nueva en la Nueva Granada y el primero fue el mencionado Piñeres. Llegó a Santa Fe de Bogotá en enero de 1778, su primera labor era la reorganización de la Real Hacienda, gozaba del permiso de Carlos III. Y también, el virrey, Manuel Antonio Flórez delegó todos los poderes en la Audiencia a Piñeres. Las medidas fiscales introducidas por la Audiencia fueron ambiciosas y no se tuvo en cuenta las dinámicas económicas del lugar. En tal sentido, se aumentó el impuesto de la alcabala (impuesto a las ventas), el estanco de las rentas del tabaco y el aguardiente y la creación de nuevas aduanas. Realmente, esta situación se volvió insostenible para la comunidad que cada vez conseguía menos patacones (la moneda de la colonia) para subsistir.

Posteriormente, se agregó el impuesto de Armada de Barlovento, este gravamen recaía sobre las ventas y la intención era reforzar esta institución militar del Imperio español que estaba destinada a la protección marítima de las colonias ante cualquier ataque de países enemigos o piratas. La indignación del pueblo comenzó a propagarse. La zona más activa fue El Socorro, una de las más prósperas del virreinato, pero a su vez una de las más afectadas por la prohibición de la siembra de tabaco y los problemas derivados a la tenencia de la tierra. Manuela Beltrán sentía que debían hacer algo para evitar tales abusos de poder. Comenzó a difundir su postura y supo que muchas personas estaban a favor de ella. El 16 de marzo de 1781, se manifestaron en la plaza pública y gritaron al unísono: “Viva el Rey y muera el mal gobierno”, esta arenga quedó inmortalizada y fue el lema de la insurrección de los comuneros.

Cuando llegó la horda enardecida a la alcaldía, Manuela arrancó el edicto del Ayuntamiento de El Socorro y lo lanzó al suelo. En este documento se fijaba y anunciaba el alza de los impuestos de Armada y Barlovento. Su acto de beligerancia animó aún más a los dos mil manifestantes que estaban agolpados en la plaza del mercado. Este fue el primer evento que sirvió de antecedente a la revolución de los Comuneros. La comunidad de Socorro puso en jaque al gobierno virreinal. Rápidamente se multiplicaron los focos de insurrección por todo el nororiente, centro y occidente del Virreinato. El pueblo, eligió como general a Juan Francisco de Berbe, que junto a Salvador Plata, Antonio Monsalve y Francisco Rosillo consolidaron una Junta revolucionaria llamada del Común, de donde se derivó el apelativo de insurrección comunera. El precursor Francisco de Miranda, se expresó desde Europa sobre Manuela Beltrán como una mujer valiente que no tuvo reparos en provocar el inicio de un movimiento revolucionario.

La inconformidad llegó hasta Mérida, Venezuela, creándose una conciencia en las colonias contra el gobierno español de la época. Importantes historiadores han dedico especial atención a los procesos revolucionarios emancipadores y han señalado que el movimiento comunero es un antecedente de la Independencia en Colombia dado que fue la primera y más extendida revuelta que se proclamó contra la opresión ejercida por los españoles en territorio americano. Mucho se lamenta el hecho de que hay poca información sobre su vida. Esta heroína simboliza el temperamento de los habitantes de la zona del Socorro. Se sabe también que, Manuela Beltrán nunca fue juzgada por la justicia real, ni se volvió a saber de ella después del 16 de marzo de 1781, su protagonismo y su conducta irreverente le han merecido un lugar en la memoria colectiva del país.

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