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Historia

Leona Vicario

Biografía de Leona Vicario
Dominio Público

Biografía de Leona Vicario

Maria de la Soledad Leona Vicario Fernández (10 de abril de 1789 – 21 de agosto de 1842), periodista, heroína de la independencia mexicana. Nacida en Ciudad de México. Hija del comerciante español Gaspar Martín Vicario, proveniente de Ampudia, y de la criolla Camila Fernández de San Salvador y Montiel. Recibió los nombres de María de la Soledad, Leona y Camila, pero fue conocida como Leona Vicario. Quedó huérfana a temprana edad, quedando bajo la custodia de su tío, el abogado Agustín Pomposo Fernández de San Salvador. Gracias a los bienes heredados de sus padres, Leona pudo gozar de una excelente educación, aprendiendo ciencias, bellas artes, pintura, canto y literatura. Además, aprendió latín y francés, esto de manera autodidacta.

En el momento en que comenzaron los rumores de los proyectos independentistas por parte de los caudillos mexicanos, ella tenía 21 años y un gran conocimiento sobre la situación política y social de su país. Tenía una clara inclinación pro independentista. Por ese entonces, se había relacionado con muchos personajes ilustres que abrazaban la idea de la independencia, además, tenía una amplia actividad social, algo inusual en las mujeres de la época. En el bufete de su tío trabajó como pasante en leyes, allí conoció a Andrés Quintana Roo, de quien se enamoró y con quien colaboró con gran entusiasmo en favor de la protesta criolla, a partir de 1808.

Comenzando el año 1810, Leona Vicario actuó como mensajera de los insurgentes, dio cobijo a fugitivos, llegó a vender sus joyas para pagar pertrechos de guerra: lanzas, espadas, fusiles y cañones, fabricados en Tlalpujahua. Además, colaboró con los rebeldes, informándoles noticias e información de los movimientos en la corte virreinal.  Su fervor era tal que a finales de 1812 logró convencer a unos armeros vizcaínos para que se pasaran a su bando, trasladándose al campamento de Ignacio López Rayón, donde se dedicaron a fabricar fusiles. Poco después, debido a una correspondencia interceptada por las autoridades, su vida comenzó a correr peligro.

Finalmente, en marzo de 1813, la Real Junta de Seguridad y Buen Orden, abrió un larguísimo proceso en su contra. Su tío quedó muy consternado e indignado por dicha situación, ya que era un defensor acérrimo de la monarquía y sus representantes, fue enviada al Colegio de Belén de las Mochas; y sometida a interrogatorio. Declarada culpable, en lugar de enviarla a la cárcel se la mantuvo recluida en el mismo lugar. Su presidio terminó cuando en un acto épico un grupo de caballeros bajo el mando de Andrés Quintana Roo la liberaron. Fue enviada fuera de la ciudad, Leona, con la cara y los brazos pintados de negro, y unas cuantas mujeres, vestidas también de negro, marchaban sentadas sobre unos huacales, que contenían material para realizar periódicos rebeldes.

A partir de entonces su vida estuvo prendida de la de Quintana, siempre a su servicio, el de la insurgencia y del Congreso Insurgente. José María Morelos logró liberar la ciudad de Oaxaca, llegando ahí se encontró con Carlos María de Bustamante, quien escribió a Morelos contándole las admirables hazañas de la joven. Aún hay pruebas de las cartas que el líder insurgente envió a Leona desde Chilpancingo. Morelos le dotó de una gran recompensa económica en nombre del Supremo Congreso en 1813. Leona permaneció los años siguientes junto a su marida de un pueblo a otro.

En ese momento Quintana fue diputado, luego presidente de la asamblea popular, luego fue remplazado por el general Morelos. Con él, pero con el apoyo de los caudillos y evidentemente de Leona, se proclamaba la Independencia de la América mexicana y se leyó en voz alta en Apatzingán la Constitución de México. Leona siguió colaborando y trabajó en la realización de los periódicos, El Ilustrador Americano y el Semanario Patriótico Americano, publicados gracias a Quintana.

La situación empeoró, los líderes de la independencia comenzaron a ser perseguidos. Finalmente, José María Morelos fue asesinado, lo que produjo la disolución del Congreso por las propias facciones insurgentes enfrentadas. Leona Vicario y su marido se escondieron en la zona de Michoacán, rechazando los repetidos indultos que les llegaban desde la capital, entre ellos, los de su tío. En 1817, Leona fue capturada cuando acababa de dar a luz su primera hija, Genoveva. Fue confinada en la ciudad de Toluca, donde permaneció hasta 1820. Desde allí, escribió un poema titulado La libertad y la tiranía, debido al feliz acontecimiento de la jura de la Constitución de Cádiz, llevado a cabo en Toluca.

Con este suceso su liberación fue inmediata, regresó con su esposo a la ciudad de México y, y en compensación por la pérdida de sus bienes familiares, el Congreso de la República concedió al hogar una indemnización monetaria y una hacienda de labor, pulque y ganado llamada Ocotepec, en los llanos de Apam, además de tres casas en la ciudad de México. Desde ese momento, fue conocida como “la mujer fuerte de la Independencia”. Cuando nació su segunda hija, Dolores, Quintana tuvo que huir a causa de las persecuciones del presidente Anastasio Bustamante por las campañas de prensa que se difundían desde El Federalista.

Pocos días después, Leona Vicario publicó en El Federalista una larga relación de lo sucedido. Ello generó una gran polémica en la que intervinieron periódicos como El Sol, El Registro Oficial. La noticia entonces se expandió por todo el territorio mexicano. Como resultado, logró la tranquilidad de su esposo. Desde 1835, Quintana Roo permaneció como Magistrado de la Suprema Corte de Justicia, en donde tuvo un papel relevante gracias a la ayuda de su esposa. Mientras ella se puso al mando de El Federalista y de unas populares tertulias literarias y políticas que instituyó en su ciudad.

Pocos años después, el 21 de agosto de 1842, Leona Vicario falleció en la ciudad de México. Su cuerpo reposó inicialmente, por peticiones de sus hijas, en la Rotonda de los Hombres Ilustres, pero a partir de 1910 sus cenizas fueron depositadas, junto a las de Quintana, en la cripta de la Columna de la Independencia, en el Paseo de la Reforma.