Francisca Javiera de la Carrera y Verdugo, conocida comúnmente como Javiera Carrera, nació en Santiago, Chile, el 1 de marzo de 1781, y murió en esta misma ciudad el 20 de agosto de 1862. Fue una importante figura dentro de la independencia chilena, a la cual apoyó y a la que entregó la primera bandera de Chile, conocida hoy en día como la bandera de la Patria Vieja.
Javiera fue hija de Doña Francisca Javiera de las Cuevas y Pérez de Valenzuela y de Don Ignacio de la Carrera y de las Cuevas, quien fungió como coronel en las Milicias Reales de España, Maestre de Campo, Alcalde de la ciudad de Santiago en 1773, Coronel del Regimiento de Caballería del Príncipe hasta el año de 1803 y quien fue, además, vocal de la Primera Junta Nacional de Gobierno de Chile en 1810. Javiera tuvo una infancia acomodada debido a que su familia provenía de una larga descendencia de origen vasco, conocida como la familia Carrera. Además, su padre había heredado de su abuelo las riquezas extraídas de la explotación de las minas Tamaya. Pese a ello, como era usual en la época, Javiera recibió la educación que era propia para las mujeres, dedicada al mantenimiento del hogar y de la familia. En 1796, contrajo matrimonio con Manuel de la Lastra y Sotta, de quien enviudó poco tiempo después cuando ella sólo tenía 19 años. De esta relación, Javiera tuvo dos hijos: Manuel Joaquín y Dolores. Más tarde, en 1800, se casó por segunda vez con Pedro Díaz de Valdés, un español venido a Santiago en condición de regidor y asesor de la Capitanía. Con este, Carrera tuvo cinco hijos: Pío, Ignacio, Santos, Pedro y finalmente Domitila.
Para 1810, cuando la situación política de Chile se volvió tensa debido a la búsqueda de la independencia, Javiera apoyó a los revolucionarios informándoles de los movimientos realistas, escondiendo las armas que huasos luego repartían entre los rebeldes, y levantando el ánimo de las tropas caídas. Por esto, y por dirigir y acompañar las labores de sus hermanos José Miguel, Luisa y Juan José, es reconocida como heroína fundamental en los hechos de la Patria Vieja, siendo recordada como Panchita o como la Jaiba.. Cuando Chile dejó de estar a merced española por primera vez, Javiera comenzó a bordar la bandera de la patria, que fue presentada el 4 de julio de 1812, por motivo del aniversario de la independencia americana y para celebrar la llegada de Joel Roberts Poinsett en función de cónsul de Estados Unidos.
La bandera que bordó Javiera Carrera Verdugo consistía en tres franjas horizontales de igual tamaño, ubicadas de la siguiente forma: una azul arriba, una blanca en el medio y una amarilla debajo. Estos, según varias interpretaciones, representarían la majestad del pueblo, la ley y la fuerza, respectivamente; aunque otros señalan que los colores representaban el cielo, la nieve de los Andes y los cultivos de trigo. Más tarde, a la bandera inicial fue agregada el aquel entonces escudo chileno en el medio, así como una cruz roja en la parte superior izquierda como símbolo de la victoria obtenida en la batalla de El Roble, donde se incautó un botín donde figuraba esta insignia característica de la Orden del Apóstol Santiago.
Sin embargo, en 1814, Chile fue reconquistado por España, por lo que todos los símbolos patrios creados hasta entonces fueron prohibidos. Debido a esto, Javiera abandonó a su familia en Chile y se autoexilió con sus hermanos en Argentina, viviendo primero en Mendoza y luego en Buenos Aires, ciudad en la que fue acogida por Bartolomé Tollo, sacerdote y amigo cercano de la familia Carrera. Aquí, Javiera comenzó un romance con David Jewett, capitán estadounidense de nacionalidad argentina, aunque tuvo problemas financieros y de salud. Luego hizo parte de la Conspiración de 1817 para derrocar a O’Higginis, y que tuvo como saldo el fusilamiento de dos de sus hermanos: Luis y Juan José, en la ciudad de Mendoza. Más tarde, cuando su hermano José Miguel Carrera regresó de Estados Unidos, se unió a las disputas sostenidas por los caudillos en las Provincias Unidas del Río de la Plata, por lo que fue desterrada primero a Luján y después a San José de Flores.
En 1821, exiliada en Montevideo, se da cuenta del fusilamiento de su hermano José Miguel Carrera en Mendoza, por lo cual su estado de salud empeora todavía más. Enemiga acérrima de O’Higgins, a quien culpaba del desastre caído sobre su familia, se negó a volver a Chile hasta que este salió del poder en 1824. De nuevo en su patria, se recluyó en una hacienda de su propiedad en El Monte, concentrándose sobre todo en la ejecución de obras sociales. Cuatro años más tarde, consiguió que los cuerpos de sus hermanos fuera repatriados, y finalmente murió el 20 de agosto de 1862 en la misma hacienda de El Monte. Casi un siglo después, su cuerpo fue puesto junto al de sus hermanos en la Catedral Metropolitana de Santiago, además, se erigieron bustos en su honor en el Cerro de Santa Lucía y en Paine.