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Historia del Pararrayos

HISTORIA DEL PARARRAYOS

Son muchos los autores que al remontarse a la historia del pararrayos lo describen de forma jovial como “el hijo de la cometa“; esto debido a que cierto día particularmente lluvioso, y mientras el sabio estadounidense Benjamín Franklin elevaba su cometa, un rayó la impactó e inmediatamente la destruyó. Esta experiencia despertó en Franklin un gran interés en torno al cómo proteger las casas y a las personas de las descargas eléctricas provenientes del cielo, hasta que finalmente inventaría el pararrayos.

Como es evidente, el principio del invento precisa de un estudio de los fenómenos eléctricos, pasión que tenía Benjamín Franklin desde muy joven. Franklin, considerado como uno de los padres de la patria estadounidense, primero formuló el principio de conservación de la electricidad, y luego, en 1752 formuló algunos principios de la naturaleza eléctrica del relámpago; conocimiento que sin duda, junto a la constatación del poder de las puntas metálicas, le servirían para a la postre idear su artefacto preventivo.

El pararrayos inventado por Benjamín Franklin consistía en un dispositivo de protección de los edificios contra las descargas eléctricas atmosféricas, y al contrario de lo que indica su nombre, está diseñado para atraer la descarga y conducirla a tierra. El pararrayos de Franklin constaba de tres partes fundamentales:

  1. Una barra de hierro de 5 a 10 m de longitud, cuyo extremo superior tenía una punta de cobre o platino, elemento que se monta en la parte más alta del edificio.
  2. Un sistema conductor de la electricidad, el cual se encuentra constituido en esencia por barritas de hierro o cables de cobre.
  3. Un disipador eléctrico, este puede ser la prolongación del elemento conductor y que, anclado al suelo, tiene como propósito disipar la descarga eléctrica en tierra, protegiendo su entorno.

Puede concluirse que el invento de Franklin fue consecuencia de sus estudios acerca de la electricidad estática, cuya naturaleza animó a la comunidad científica a buscar métodos de producción de la misma.

En 1919 se da un acontecimiento importante para la historia del pararrayos moderno, Nikola Tesla redefinió los principios de funcionamiento del invento de Franklin, rebatiendo las teorías plasmadas por Benjamín y patentando un nuevo diseño. A partir de entonces la producción de pararrayos se ha masificado, gracias al importante aporte de Tesla, y sin embargo, utilizando los mismos principios físicos de funcionamiento estudiados por Franklin.