Cuando se habla de papel, la mayoría de las personas piensa en árboles. Pero en la historia del papel los árboles en un comienzo no fueron la fuente principal de pulpa para su producción. El primer material de escritura que se usó en el viejo mundo (En Mesopotamia, hace más de 5000 años) fueron finas tablillas de arcilla. Sin embargo, estas tenías dos inconvenientes, solamente podía escribirse en ellas cuando la arcilla estaba blanda presionando con la herramienta destinada a la escritura.
La planta del papiro, que crecía abundantemente en el delta del Nilo, proporcionaba un material muy superior, esta planta de sección triangular, es posible pelarla hasta obtener estrechas tiras del tallo blanco y fibroso que, cuando está fresco, contiene una sustancia pegajosa parecida a la cola.
Las tiras del papiro se usaron en el neolítico egipcio para fabricar esteras y cestas; pero, hacia 2500 a. C. se descubrió que podían dar un extraordinario material de escritura.
La palabra papel es derivación de papiro, a través del griego y del francés. Para fabricar papiro se colocaban estas tiras en una superficie plana, unas junto a otras, y sobre ellas una segunda capa de tiras cruzándolas. Ambas capas se batían con un pesado mazo para de esta forma aplanarlas y luego se dejaban secar al sol. Las hojas de papiro obtenidas de esta manera se juntaban por el filo para poderlas enrollar, facilitando su almacenamiento.
Casi tan antigua como la fabricación del papiro es la manufactura de pergaminos a partir de pieles de cordero o ternera recién nacidos. Los primeros pergaminos no se diferencian mucho del cuero más fino, que se produce en la misma época; pero, durante el primer mil enio a. C. se desarrolló una técnica para conseguir un material de escritura fino y blanco
En el primer siglo d. C. se descubrió que el pergamino podía guardarse de una manera más sencilla que en rollos, descubrieron que cada hoja rectangular podía ser doblada una, dos o tres veces y cortada por los pliegues para fabricar folios, cuartos u octavos. Estas hojas podían almacenarse luego metiéndolas entre finas láminas de madera y atándolas. El volumen así obtenido, tal como se le denominaba, constituye el origen del actual libro.
En el siglo I d. C. los chinos comenzaron a fabricar papel. En principio se hacía de floema fibroso, que se hallaba bajo la corteza de la morera; puede decirse que la idea surgió de la manufactura del fieltro, llevada a cabo por los nómadas del Asia central. El procedimiento consistía en mezclar las fibras de la morera con agua, de tal manera que se formase una masa que se extendía hasta cubrir con una fina película una criba. Después, una vez que había escurrido durante un rato, la hoja así formada se cogía cuidadosamente por los bordes y se pegaba a una pared suavizándola para que se secase al sol.
A mediados del siglo VIII, los chinos entraron en contacto con las fuerzas del Islam; los mahometanos capturaron una gran cantidad de chinos y de ellos aprendieron la fabricación del papel, levantando varias fábricas en Samarkanda. La técnica se extendió rápidamente por los países islámicos, llegando en primer lugar a Damasco y luego a Egipto, Norte de África y España.
En esta época la morera ya había sido sustituida por otros materiales, entre los que se destacaban el esparto y el lino, normalmente utilizado en forma de trapo.
En el siglo XIII comenzó a fabricarse el papel en diversos países europeos y a finales de la Edad Media, parte de su fabricación se hallaba industrializada.