El mecanismo de Anticitera es un elemento que fue descubierto durante una tormenta en la rocosa isla griega de Anticitera, hace poco más de un siglo aproximadamente. El descubrimiento fue realizado por un equipo de buceadores que pretendían hallar esponjas marinas, así que, decidieron ver si tenían suerte. Lo que resulto fue el hallazgo de los restos de una galera romana, se dice que esta naufragó en medio de una tormenta hace 2.000 años, en el momento en que el Imperio romano estuvo conquistando las colonias griegas en el Mediterráneo.
Enclavados se hallaron los más grandes tesoros griegos que jamás se hayan visto, piezas incomparables que habían sobrevivido al saqueo de los romanos y a las sales y elementos químicos del mar. Lo que se resalta de este hallazgo fue varias despampanantes estatuas de cobre y mármol. Este elemento de tamaño pequeño, fue estudiado y por medio de un tomógrafo se concluyó que su función era similar a la de una computadora analógica, fue bautizado como mecanismo de Anticitera. Desde aquel momento el mecanismo de Anticitera fue reconocido como la primera computadora de la historia.
La tarea para descifrar su funcionamiento no fue sencilla, al principio, el artefacto no fue descifrado por los científicos, pero luego con la observación detallada notaron que presentaba marcas e inscripciones. La importancia de este elemento se debe a la época en la que se cree fue construida, una época que evidentemente no tenía los avances tecnológicos de hoy. En suma, pasaron unos 1.500 años antes de que algún objeto similar al mecanismo de Anticitera apareciera, que fueron los primeros relojes mecánicos astronómicos creados en Europa.
El primero en analizar detalladamente los 82 fragmentos recuperados fue el físico inglés y padre de la cienciometría Derek J. de Solla Price. Inicialmente comenzó solo en 1950 y luego, se le unió el físico nuclear griego Charalampos Karakalos, el aporte de Karakalos fue muy importante, tomó imágenes con rayos X y rayos gamma de las piezas, logrando el análisis final el 1974. Como conclusión, analizaron 27 ruedas de engranaje insertos en el elemento y de difícil acceso.
Con ayuda de imágenes bidimensionales, Price encontró que las ruedas tenían una especie de filos, similares a unos dientes de tiburón. Los observó creyendo que le darían alguna pista sobre la función de la máquina. Ahora bien, la cantidad hallada fue de 127 y 235. Los científicos relacionaron los números y su significado en el mundo griego, dedujeron que podría funcionar para seguir el movimiento de la Luna. Muchos científicos, un tanto ofendidos por dichas afirmaciones, dudaron de la autenticidad del objeto, asegurando que si ello era cierto la historia de los avances tecnológicos de Occidente no tendrían tanta relevancia.
Tal vez no es una idea descabellada creer la veracidad del objeto y su periodo de invención, porque La Grecia de hace dos milenios fue una de las culturas más ingeniosas en comparación a las demás, así que no era increíble aceptar el desarrollo de aquel aparato. En suma, en todos los campos, incluso en astronomía, fueron considerados los más avanzados. Por ejemplo, conocían el movimiento de los cuerpos celestiales en el espacio, logrando calcular sus distancias y sus órbitas.
Nuevos descubrimientos salieron a luz, uno de los fragmentos del mecanismo de Anticitera comprobó la teoría de que el elemento tenía como función seguir el ciclo de la luna, respaldados en la teoría del ciclo metónico. El estudio de las fases de la Luna era de gran utilidad para la época. Porque a partir de la luna y sus estados, se determinaba cuándo sembrar, se descifraron las estrategias en la batalla, se establecieron las fiestas religiosas, en base a ella definían fechas de pago de impuestos o la viabilidad de realizar recorridos nocturnos.
Ahora el elemento quedó en manos de un equipo de expertos provenientes de varias partes del mundo, con el único fin de investigar el mecanismo de Anticitera. Se realizó, en cabeza de Roger Hadland, unas imágenes tridimensionales del mecanismo con una maquina especializada. Entonces, los investigadores encontraron una referencia a los engranajes y a otro número el 223. Este número se asoció al descubrimiento de astrónomos babilonios, que antes de la edad de oro de Atenas, habían descifrado que cada 223 días la Luna y la Tierra vuelven a la misma posición produciendo un eclipse. De esto resultó el postulado que el mecanismo de Anticitera podía predecir eclipses.
Y, por si fuera poco, el equipo de expertos concluyó, al examinar la parte frontal, que solía tener un planetario: con la Tierra en el centro y cinco planetas girando a su alrededor. Por medio de él, se podía observar el movimiento de los cinco planetas: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Cada vez este aparato daba más sorpresas al mundo de la ciencia, notablemente, fue la primera vez que los humanos crearon una computadora.
La pregunta que surgió desde el descubrimiento de tan asombroso aparato era quién lo había creado, ante varias indagaciones apelando a la historia, la geografía y estudios químicos del elemento. Se llegó a la hipótesis de que según los estudios todo apuntaba a que el inventor había sido el más brillante de los matemáticos e ingenieros griegos: Arquímedes. Este hombre ha sido uno de los científicos más importante de la Antigüedad clásica, logró determinar la distancia a la Luna, calculó el volumen de una esfera y del número fundamental π. En adición, investigaciones próximas dictaminaron que el mecanismo estaba dentro en una caja de madera, que no sobrevivió a los efectos del mar.