La lámpara incandescente o bombilla, es un elemento productor de luz, mediante el calentamiento por efecto Joule de un filamento fabricado en un metal llamado wolframio, hasta que se coloque al rojo vivo, por medio del paso de corriente eléctrica.
El origen de la lámpara incandescente se remonta al año 1878, cuando Joseph Wilson Swan obtuvo la patente británica de esta creación, incluso anticipándose a la patente del reconocido Thomas Alba Édison. Swan informó del éxito de su creación a la sociedad Química de Newcastle, donde demostró el funcionamiento de la lámpara en una reunión hecha en febrero del año 1879; en ese mismo año empezó a realizar instalaciones de sus lámparas en casas y señales de Inglaterra. En el año 1881 fundó su propia empresa a la que llamó The Swan Electric Light Company, con la que empezó a producir en mayores cantidades lámparas incandescentes.
Por otro lado, Thomas Alba Edison también hizo parte de los orígenes de la lámpara incandescente, de hecho, se le considera el inventor (21 de octubre de 1879), ya que fue el primero en patentar una lámpara de filamento de carbono con mayor duración el 27 de febrero de 1880, fuera de los laboratorios, es decir, que era comercialmente factible. Anteriormente se presentaron intentos de modelos de ese tipo de lámparas, sin embargo, este tipo de modelos se quedaban solo en experimentos de laboratorio.
Este es uno de los inventos que más utiliza el hombre a diario, desde sus orígenes hasta el mundo actual. En base a un análisis hecho por la revista Life, la lámpara incandescente es el segundo invento de mayor utilidad del siglo XIX. La actividad de comercialización de bombillas por parte de la empresa de Édison
Para el año 2009, un alta ejecutiva de la unión europea, colocó un plazo para que los estados finalizaran la producción y comercialización de lámparas incandescentes; en el mes de septiembre de ese año, se prohibió en definitiva la producción y distribución de bombillas incandescentes con potencia superior a 100 watts. Un año después se estableció que no se podían fabricar lámparas superiores a 75 watts. A medida que pasaba el tiempo se trataba de ir disminuyendo la fabricación de lámparas de altas potencias, por lo que el 1 de septiembre de 2011, el límite de fabricación de esas lámparas llegó a 60 watts y finalmente el 1 de septiembre de 2012 se quitaron del mercado las bombillas incandescentes de 40 y 25 watts, por lo que este tipo de lámparas son cada vez menos usadas y se están sustituyendo por otras más eficientes, como lo son las lámparas fluorescentes compactadas, que parten de la llamada tecnología LED.
Sin embargo es de notar que la lámpara incandescente siempre será tenida en cuenta para algún uso, debido a su trascendencia e importancia a lo largo de la historia; tanto así que en el parque de bomberos de Livermore, California, aún hay una lámpara incandescente encendida desde el año 1901, con la que se rinde honor a la importancia de este invento, la cual duró 989880 horas de vida útil hasta el año 2014.