La Antigua Roma fue uno de los Estados más prósperos y extensos del mundo Antiguo, llegando a sobrevivir hasta el año de 1453. Su política, su cultura y sus estrategias de guerra influyeron notablemente en el rumbo de la Historia.
Sobre el origen de Roma se tiene el mito según el cual la fundación estuvo a cargo de los hermanos gemelos Rómulo y Remo en el año 753 a. C. Estos fueron hijos de la sacerdotisa Rea Silvia, de la ciudad de Alba Longa, y del dios de la guerra Marte. En ese tiempo, Alba Longa estaba siendo gobernada por Amulio, quien había destronado a su hermano Numitor y había mandado a matar a todos los hijos varones cercanos a su linaje para evitar que lo derrocaran. Por esta razón, Rea Silvia colocó en un canasto a los gemelos y los puso en el río Tiber, para que no fueran asesinados. Luego de que llegaran a tierra firme, estos fueron alimentados por una loba llamada Luperca. Después serían educados por los pastores Aca Larentia y Fáustulo en Lacio. Cuando crecieron, ambos descubrieron de dónde provenían, así que asesinaron a Amulio y fundaron una ciudad en el lugar donde habían sido encontrados por Luperca. Para elegir el nombre, realizaron una competencia en la que ganaría quien avistase más pájaros. Como el ganador fue Rómulo, este nombró el territorio como Roma. Remo se enojó por su derrota, así que discutió con su hermano, quien terminaría matándolo. Luego Remo fundaría el senado con cien miembros, llamados patres
Sin embargo, este relato no es constatable. Por su parte, la historiografía ha podido comprobar que Roma nació a partir de la unión de las tribus sabinas, etruscas y latinas en la Roma Quadrata. Siguiendo el primer relato, Rómulo fue el primero de los siete reyes que gobernaron Roma durante su etapa de monarquía electiva, donde el gobernante era elegido por el consejo de ancianos, conocido como senatus. Luego de la muerte del último rey, Lucio Tarquinio el Soberbio, se instauró la República en Roma, en la cual el territorio y sus habitantes pasaron a ser gobernados por cónsules, quienes en un comienzo fueron únicamente patricios. De la misma forma, se instauró el senado, las magistraturas y el ejército a través de la Constitución. Por estas fechas, Roma conquistó la península ibérica y gran parte del Mediterráneo. Debido a esto, el sistema de la República fracasó, pues este sólo funcionaba para el territorio y la población iniciales, que eran más pequeños.
El desequilibrio político desencadenaría una serie de guerras civiles, de las cuales saldría triunfador César Augusto
Luego comenzará la caída del imperio, cuando, luego de ser gobernada por cuatro personas al mismo tiempo en el siglo III (tetrarquía), gobernaría Constantino I el Grande y luego Teodosio, quien al morir legó el imperio a sus dos hijos, Honorio y Arcadio, dividiéndolo en el Imperio romano de Occidente y el Imperio romano de Oriente, también conocido como Imperio Bizantino, cuya capital fue Constantinopla. La primera de las partes caería a manos de los bárbaros en el 476 d.C., siendo Rómulo Augusto (Llamado despectivamente por sus detractores como Augústulo) su último emperador. Esto daría inicio a la Edad Media
Por su parte, el Imperio Bizantino sobrevivió a las invasiones bárbaras de los visigodos, los hunos y los ostrogodos, y mantuvo la religión cristiana pese al sincretismo cultural de sus habitantes. Más tarde, en el siglo VI, Justiniano extendería el imperio por el sur de Europa, Oriente Medio y el norte de África, recuperando algunos territorios del Antiguo Imperio Romano. Luego vendrían dos siglos de poca información para los historiadores, VII y VIII, y una serie de problemas a raíz del Islam y los iconoclastas y los iconódulos. Después el Imperio sería gobernabo por una dinastía macedónica, periodo conocido como el Renacimiento Macedónico. Finalmente, el Imperio sería atacado por alemanes, normandos y turcos, quienes habían estado ocupados en otras guerras y no se habían interesado en conquistar esta zona. Sin embargo, tras derrotar a los egipcios, los otomanos debilitaron el Imperio Bizantino hasta su caída en 1453, a manos de Mehmet II.