Gregorio Luperón (8 de septiembre de 1839 — 20 de mayo de 1897) soldado patriota, fue héroe de la Guerra de Restauración y dirigente del bando liberal durante la Segunda República. Nació en Puerto Plata, República Dominicana. Desde niño tuvo que trabajar porque su familia era de procedencia humilde, nunca conoció a su padre que se llamó Pedro Castellano, era un hombre blanco. Trabajó para un comerciante llamado Pedro Eduardo Dubocq.
Su madre era una mujer negra que llegó como inmigrante de las islas británicas, se desempeñó como sirvienta, ella se aseguró de que su hijo gozará de acceso a la biblioteca de su patrón lo que le permitió tener una formación autodidacta y desarrollar habilidades para la oratoria. Aunque, luego tuvo la oportunidad de educarse en el Colegio Evangélico William Towler de la Iglesia Evangélica Dominicana.
Desde temprana edad desarrolló un gusto por la situación social de su país. En 1852 participó en la revolución de 1857 contra Buenaventura Báez (presidente de la República Dominicana en cinco ocasiones).
Para el año de 1862 mostró su rechazo por la anexión española aceptada por el General Pedro Santana, el trasfondo del asunto se debió a que Santana pretendía el título nobiliario de marqués de Las Carreras. Por su reacción en contra fue tildado como rebelde y cayó prisionero. Luego de lograr su fuga, buscó refugio en Haití y luego en los Estados Unidos. Luego de meditar, Luperón se comunicó con varios movimientos de insurrección que se estaban gestando en su patria y en 1863 regresó de forma clandestina a la República Dominicana; recibió el grado de general.
Pepillo Salcedo, quien asumía el mando del Primer Gobierno Restaurador valoró su patriotismo y su capacidad combativa, así que asumió la Jefatura Superior de Operaciones en la provincia de Santo Domingo, se le encargó la misión de enfrentarse al ejército anexionista encabezado por Pedro Santana. Lo primero que hizo fue crear una guerra de guerrillas que desgastó severamente las fuerzas militares españolas. España entregó el país a los independentistas el 11 de julio de 1865.
El 16 de agosto del 1863 se dio el Grito de Capotillo en la provincia de Dajabón encabezado por Santiago Rodríguez y varios hombres, Luperón dirigió los ataques en Moca y La Vega. Fue una persona importante para la guerra restauradora: hostilizó a los españoles el 6 de septiembre en la Batalla de Santiago. Fue un evento fundamental para la masa más desposeída de dominicanos, Luperón luchó al lado de los Generales Gaspar Polanco, José Antonio Salcedo (Pepillo), Gregorio, Benito Monción y Pedro María Pimentel se enfrentaron a un ejército español moderno que gozaba de fusiles de última tecnología, amplia artillería y soldados experimentados. Mientras que, los patriotas poseían fusiles anticuados, machetes, espadas y lanzas, pero una gran sed de victoria.
La victoria se debió también a su gran inteligencia en el arte de la guerra y sus buenas estrategias. Pedro Santana pretendía invadir el Cibao, y Luperón como Jefe Superior de Operaciones en las provincias del sur y del este hace todo para evitarlo. En Santo Domingo, Pedro Santana comandaba el ejército español, aunque era fuerte, fue derrotado en una estrategia de guerra de guerrillas.
Consiguió expulsar a los anexionistas en las operaciones de Baní y San Cristóbal. En Santiago apoyó sin dudas el gobierno de Gaspar Polanco, a pesar de haberse negado a participar en el movimiento que derrocó a Salcedo, era parte de una estrategia porque sabía que bajo el gobierno de Polanco la guerra restauradora recuperaría el vigor. De este modo, dieron paso al periodo de la Restauración
Dos tendencias se diputaron el poder: los comerciantes e importadores, criollos y extranjeros, la vieja guardia de hateros encabezada por Buenaventura Báez, todos estaban alineados en el pensamiento procolonialistas (se caracterizaron por el color rojo). La segunda tendencia estaba compuesta por los soldados de la Restauración, el campesinado, los intelectuales y los comerciantes provenientes del Cibao, todos bajo una línea nacionalista y liberal, encabezada por Gregorio Luperón y Ulises Francisco Espaillat, especialmente (se caracterizaron por el color azul).
Entre 1865 hasta 1899 se presentaron en el territorio más de setenta revueltas, alzamientos y asonadas militares y en el campo político el gobierno cambió de mandatario unas veinticinco veces.
El triunvirato de Luperón, Pimentel y García, consiguió derrocar al gobierno y ejercer el poder ejecutivo entre los meses de mayo y agosto de 1866. Dos años después, Luperón se vio obligado a abandonar la República luego de que el triunvirato fuera derrocado. Tuvo lugar el gobierno de los Seis Años, Báez negoció la anexión del país a los Estados Unidos; ante esto Luperón desplegó una intensa campaña de oposición al gobierno. Como resultado se tumbó el proyecto político.
Los baecistas siguieron gobernando tres años más sin su caudillo, a quien depusieron para evitar que el partido azul los desplazara del poder por medio de una revolución. Ésta se produjo en 1876 y, por sugerencia de Luperón, se acordó presentar como candidato a la presidencia a, eminente ciudadano y político de ideas democráticas que ganó en las elecciones de marzo de dicho año. Luperón fue ministro de Guerra y Marina en el gabinete del gobierno del presidente Ulises Espaillat.
Pero apenas meses después, los baecistas lograron la renuncia de Espaillat y Luperón tuvo que exiliarse. En el año de 1879, Luperón llegó a la presidencia de un gobierno provisional, estableció una política encaminada a reconducir el liberalismo de la época: instauró un régimen progresista, reinstitucionalizó la República y preparó el proceso electoral que otorgó el poder a Fernando Arturo Meriño (1880-1882).
Fue enviado a Europa en calidad de enviado extraordinario y ministro plenipotenciario. Cuando regresó al país, fue delegado del gobierno en el Cibao. Desde su nuevo puesto contribuyó a la llegada al poder del presidente Ulises Heureaux (1887-1899); figura de los liberales. Lamentablemente dejó el país en manos de las empresas extranjeras. Esto decepcionó al líder patriota y buscó apoyo del gobierno haitiano para combatirlo: no tuvo éxito. En 1897, enfermó de cáncer. Enterado, Heureaux y Luperón se reconciliaron y posteriormente llegó su muerte el 20 de mayo de 1897.