Síguenos en redes

Artistas

Francisco Toledo

Francisco Toledo
Foto libre de derechos

Biografía de Francisco Toledo

Francisco Toledo (17 de julio de 1940) artista plástico y pintor. Nació en Juchitán, Oaxaca, México. Desde el arte este mexicano ha emprendido labores como ambientalista y promotor cultural, apoyando numerosas causas en busca de la promoción y conservación del patrimonio artístico mexicano, especialmente del estado de Oaxaca. Sus padres Francisco López Orozco y Florencia Toledo Nolasco le ayudaron a desarrollar el amor por la cultura indígena y también por el arte. Cuando tenía 14 años asistió como ayudante al taller de grabado de Arturo García Bustos.

Posteriormente asistió al Taller Libre de Grabado de la Escuela de Diseño y Artesanías, del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), para ello tuvo que mudarse a Ciudad de México. No era la primera vez que se alejaba de su hogar ya que a los 11 años se instaló en la ciudad colonial de Oaxaca, para cursar la secundaria.  Luego de varios años de experiencia tuvo la oportunidad de exhibir sus obras en la Galería Antonio Souza y en el Fort Worth Center, en Texas en el año 1959.

A los pocos meses emprendió un viaje a París gracias a una beca para estudiar y trabajar en el taller de grabado de Stanley Hayter, Toledo aprovechó para permearse de las tendencias artística: profundizó en técnicas de grabado, conoció museos, galerías, artistas y escritores que cambiaron su visión del arte. A los tres años presentó su primera muestra en una galería de la capital; un año más tarde expuso en Toulouse, también lo hizo en la Tate Gallery de Londres, y en Nueva York. En Francia ganó cierta fama, especialmente celebrado, por sus obras que expresaban un sentido mítico y también un sentido sagrado de la vida.

A su regreso a México incorporó en sus obras la nueva perspectiva ideológica y estética, integrando el arte occidental con el arte indigenista. Algo que también se caracterizó en su obra fue el recurso fantástico, proveniente de las épocas infantiles en donde paseaba con su abuelo Benjamín, zapatero del pueblo de Ixtepec, por las grandes extensiones de campo en busca de resina vegetal, mientras Benjamín le contaba todo tipo de historias fantásticas integradas con relatos populares.

Regresó  con una técnica pictórica que no dejaría de enriquecer, tomó la influencia de artistas plásticos de distintas escuelas europeas, como Alberto Durero, Paul Klee o Marc Chagall. Aunque, realmente, su mayor influencia emanó de los códices de los símbolos prehispánicos: con todas sus formas rabiosamente contemporáneas, el artista será un moderno e ilustre pintor de códices, catalogado por la crítica como un chamán dispuesto a purificar el espíritu en beneficio del cuerpo. Desde ese momento su nombre y sus obras arribaron a distintos lugares del mundo: Nueva York, Tokio, Oslo, Buenos Aires, y frecuentemente en Oaxaca.

Toledo fue un artista muy poco interesado en la comercialización de sus obras, mucha de ella pasa directamente a manos de coleccionistas que la adquieren por adelantado. Volviendo a la obra de Toledo podemos afirmar que se desempeñó magistralmente tanto en la pintura como en la escultura y la cerámica. Ha trabajado con artesanos de Teotitlán del Valle, aprendiendo sobre el color y la riqueza étnica y cultural de Oaxaca. En 1976 el Museo de Arte Moderno de México organizó una gran exposición retrospectiva de su obra.

En 1983 presentó el libro de grabados originales titulado El inicio, así que se desempeñó como editor. En 1997 presentó en México la exposición Zoología fantástica que también incluyó un libro, lo mismo sucedió con «Insectario», mientras tanto fue invitado a mostrar su trabajo en la Bienal de Venecia con las esculturas de la titulada La fragilidad del alma. Los críticos resaltaron el uso de texturas y materiales innovadores, tales como la arena o el papel amate (papel precolombino, hecho con corteza machacada del árbol amate), consiguiendo dar a sus protagonista el efecto de estar vivos.

Lo anterior hace que el espectador sea parte del realismo fantástico del autor. La mayoría de los animales recreados por Toledo hacen parte de lo que la sociedad considera antiestéticos: insectos, serpientes, sapos, iguanas, murciélagos. Toledo los muestra de modo fantástico, porque él no sabe de recato ni pecado y un humor acre y delirante acompaña cada pincelada. Como un hombre comprometido con el ambiente y la lucha social, su obra es también una denuncia de la deforestación y la destrucción de la naturaleza.

En ese sentido, el artista presentó «Matando la muerte» en el 2003, grabados de cañones disparando contra esqueletos. Su estilo creó una fuerte influencia en los artistas de Oaxaca. Su figura se afianzó como la gran personalidad de Oaxaca. Su labor en el mundo del arte ha sido fundamental, el artista fundó el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), que cuenta con el mayor acervo de obra gráfica de creadores internacionales y una importante biblioteca de arte, además de fundar El Alcaraván, una revista enfocada en el arte del grabado.

También fue promotor del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), inaugurado en 1992 y ubicado en la denominada Casa de Cortés, así como la restauración del emblemático monasterio agustino. En su biblioteca, empezó a enseñar a escritores y personas interesadas las labores de encuadernación y cuidado de los libros. Para ello creó un Taller de Papel de materiales orgánicos, aquí la población se beneficia porque consiguen oportunidades laborales.

Como un hombre amante de la filantropía, realiza campañas en las cárceles en donde reparte libros a los presos. Francisco Toledo, casi siempre desaliñado y sencillo, se ha convertido, como su obra, en símbolo y expresión de los más profundos mitos de México. Es admirado por su impresionante trabajo de la acuarela, el óleo, el gouache y el fresco, igualmente en el campo de la litografía, el grabado, la cerámica o la escultura, buscando siempre renovar formas y técnicas.

Advertisement